Sin Perdón

El estilo negociador del sanchismo

«Sería una absoluta incoherencia que Feijóo hubiera aceptado ser el felpudo de La Moncloa»

Hay que reconocer que el sanchismo presenta elementos muy singulares en su concepción negociadora. No creo que sirva como caso en las escuelas de negocios, aunque entre sus hagiógrafos y escribidores podrían encontrar a alguien que quiera hacer méritos escribiendo una tesis doctoral. Un ejemplo lo encontramos en sus pintorescas relaciones con el PP, que responden a la pauta común de los dirigentes e inspiradores del Grupo de Puebla. No hay más que ver el comportamiento que han mantenido o mantienen esos paladines de la democracia como Kirchner, Lula da Silva, Ortega, los hermanos Castro… con la oposición. No les gusta su existencia. Por ello, la persiguen o la ignoran, como hace Pedro Sánchez. Mientras tanto, lo habitual es escuchar o leer a la izquierda mediática pidiendo que el PP rompa con Vox y se avenga a firmar pactos de Estado. Es decir, que sea el tonto útil. El Gobierno presenta unilateralmente unos reales decretos que negocia consigo mismo. Tras remitirlos al Congreso utilizando la lamentable técnica legislativa de la excepcionalidad se encuentra con que no tiene los votos suficientes. No le bastan los palmeros habituales, porque Junts se ha descolgado de la mayoría sanchista.

En ese momento, sin haber previamente mostrado ningún interés en negociar, se le pide al PP que apoye la chapuza gubernamental. Se hace, una vez más, utilizando la fórmula de la adhesión inquebrantable al líder carismático. Al tratarse de decretos ómnibus, en los que se han incluido cosas que no tienen nada que ver, sería una absoluta incoherencia que Feijóo hubiera aceptado ser el felpudo de La Moncloa. No entiendo que se actúe de una forma tan irresponsable cuando lo lógico sería que no se utilizara la fórmula de urgencia, salvo cuando sea objetivamente imprescindible, y que cada norma responda a un único tema. Es decir, debería ponerse fin a los «ómnibus». No lo harán porque los juristas han dado paso a los leguleyos que aceptan retorcer el Derecho y la Constitución para servir a una concepción estrictamente partidista. Félix Bolaños es un buen jurista, doy fe de ello, y haría un gran servicio al Estado de Derecho poniendo orden en el desorden actual.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).