Sin Perdón
La estrategia de la crispación de Sánchez
Lo mejor es ver a Sánchez en la sede del PSOE para insuflar moral a los trabajadores del partido. Zeus baja a la Tierra desde el Olimpo para asegurarles que «no nos intimidarán»
La crispación es una constante en la estrategia política del socialismo español. Lo fue durante la Segunda República con Largo Caballero y sus huestes, pero se repitió en la Transición porque es la marca de la casa. Es cierto que cuenta con el apoyo y aliento de la poderosa izquierda mediática que se encarga de estigmatizar al centro derecha mientras cubre las miserias de nuestro socialismo patrio. Por supuesto, hay un buen número de socialistas que merecen todo el respeto, pero otros se apuntan con gran fervor a la retahíla de insultos, descalificaciones, mentiras o exageraciones contra sus rivales. Sánchez es un político moderno que conoce el poder de la comunicación y la rapidez con que una noticia sustituye a la anterior. Ha convencido a sus seguidores de que las mentiras son, simplemente, cambios de opinión. Lo más grotesco es ver cómo sus hagiógrafos mediáticos siguen los argumentarios, implícitos o explícitos, con la fe del converso. Es una consecuencia directa del antisanchismo militante que tuvieron hace unos años. Me gusta recordar la visceralidad que mostraron, en público y privado, cuando querían acabar con él.
Uno de los aspectos de la crispación lo estamos viendo estos días. Ahora se trata de polarizar para justificar las vergonzosas cesiones a los independentistas catalanes. La amnistía, el relator o mediador, la ruptura del sistema ferroviario, la lluvia de millones… no hay nada mejor que manipular las manifestaciones para generar miedo. Unos pocos energúmenos impresentables aprovechan para hacer el animal en unas convocatorias pacíficas y Sánchez se presenta como pobres víctimas. No se acuerdan de lo que hicieron en el pasado contra el PP y sus dirigentes. Lo mejor es ver a Sánchez en la sede del PSOE para insuflar moral a los trabajadores del partido. Zeus baja a la Tierra desde el Olimpo para asegurarles que «no nos intimidarán». Mientras tanto asistimos a la ignominia en Waterloo de negociar con un delincuente político tras blanquear al antiguo aparato político y militar de ETA encabezado por Otegi, Txapote y Ternera. Por lo visto, los españoles deberíamos aplaudir ante unos pactos indignos con los que quiere comprar su investidura.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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