Cargando...

Las correcciones

Mi felicitación a la Libertadora de Venezuela

Con su silencio por el Premio Nobel, el Gobierno no solo da la espalda a Machado se la da al pueblo venezolano

El nombre de Donald Trump estaba entre los favoritos para recibir el Premio Nobel de la Paz este año. Lideraba las quinielas, sobre todo, entre los periodistas. Desde su regreso a la Casa Blanca para su segundo mandato en enero, el 47º presidente estadounidense no ha ocultado su ambición por el Premio Nobel y ha resaltado su papel de «pacificador en jefe» en un mundo en ebullición. La víspera de la nominación del Nobel de la Paz, Israel y Hamás anunciaron el acuerdo de un alto el fuego en Gaza auspiciado por el 47º presidente de Estados Unidos. Nadie discute, ni en Israel ni en el mundo árabe, que Trump es el artífice de este acuerdo. Sin él no hubiera sido posible y eso es una verdad impepinable aunque a cierta izquierda europea se le atragante. Pero el acuerdo entre Israel y Hamás llegó demasiado tarde para que Trump pudiera ganar el codiciado galardón. Además, muchos observadores internacionales ven contradicciones en el papel de Trump como promotor de la paz en el mundo. El 47º presidente estadounidense ha logrado imponer una tregua en Gaza después de dos años de destrucción y muerte, pero ahora queda lo más difícil, la materialización del acuerdo. Celebrar la paz es prematuro. Todo dependerá de su determinación para conseguir un entendimiento a largo plazo.

El comité noruego del Nobel de Oslo no le entregó a Trump el premio, pero sí nominó a una figura que fuera incontestable para el líder estadounidense: la opositora venezolana María Corina Machado. Reconocieron su «incansable compromiso con los derechos democráticos del pueblo venezolano y su lucha por una transición justa». Machado, a sus 58 años, es una fuerza unificadora en la oposición venezolana y una férrea opositora del autoritario presidente Nicolás Maduro, quien gobierna desde 2013.

Tras su victoria arrolladora en las primarias de 2023, María Corina Machado recibió el apodo de la «Libertadora», en homenaje a Simón Bolívar. En un país en el que 8 millones de personas han tenido que exiliarse por hambre, falta de recursos básicos o persecución política, el activismo político de Machado recuerda al de Hugo Chávez en la década de los 90, que recorrió el país prometiendo justicia social. Mientras que las principales figuras políticas de la oposición venezolana han terminado por exiliarse, Leopoldo López, Juan Guaidó, Antonio Ledezma o Edmundo González, Machado ha permanecido en el país, viviendo en la clandestinidad. Quien aspira a liderar la Venezuela post Maduro no puede abandonar a su gente. Las dificultades que ha sufrido le han permitido conectar con los venezolanos. Machado cuenta con una profunda fe católica y su talismán es un rosario que lleva en la muñeca. Pero es uno más de los miles que ha ido recopilando durante estos años. Dice que los conserva con los nombres de las personas, los lugares y las fechas en las que se lo dieron para no olvidarse de a quién representa. En la llamada con el secretario del Comité Noruego, Corina Machado aseguró que éste era un premio colectivo, «de toda una sociedad, yo solo soy una persona». Y es verdad.

Con su silencio, el Gobierno de Pedro Sánchez no sólo da la espalda a Machado, se la da a todo un pueblo hermano, el venezolano, que está sufriendo.