La situación

Gestionar lo inesperado

En las últimas semanas, Pedro Sánchez ha visto aparecer en su horizonte una lista de «events» que han colocado a su gobierno y a su partido a la defensiva

Harold Macmillan, primer ministro del Reino Unido en años 60, pasaba por ser un tipo sereno, a quien Henry Kissinger definió como «escéptico y cortés». También era un hombre despierto cuando se trataba de encarar las circunstancias propias de la política. Recién elegido para ocupar la residencia del número 10 de Downing Street, le preguntaron cuál era el principal desafío para un gobernante, y Macmillan respondió «events, dear boy, events». Traducido con cierta libertad, el primer ministro expresaba su temor a los «events», incidentes inesperados que conviene gestionar bien para que no se transformen en crisis inabordables. En realidad, gobernar es precisamente eso: saber gestionar lo inesperado.

En las últimas semanas, Pedro Sánchez ha visto aparecer en su horizonte una lista de «events» que han colocado a su gobierno y a su partido a la defensiva, y que han provocado, a su vez, un intento de contraofensiva cuyo resultado, por ahora, es difícil de calibrar. El más dañino, de momento, es la ley del «solo sí es sí», con sus centenares de delincuentes sexuales beneficiados de una rebaja en sus condenas. Decenas de ellos, incluso, ya están en libertad. Solo un fanático dispuesto a defender lo indefendible se mostrará indulgente con los responsables de este fiasco.

Otro fiasco ha sido el de los trenes que no caben en los túneles de Asturias y Cantabria. El caso nos remite a los tiempos de la España de pandereta, cuando se supone que nuestro país es una potencia, precisamente, en el ámbito ferroviario, con redes de alta velocidad que compiten con las mejores del mundo. Pero, lo dicho: los trenes asturianos y cántabros no caben en los túneles.

Y el último «event» aporta, incluso, una clave política especialmente dañina contra quien llegó al poder mediante una moción de censura justificada por la corrupción del anterior gobierno del PP. El caso Mediador tiene todos los ingredientes para provocar serios apuros.

El ridículo de los trenes pone en dificultades al gobierno socialista de Asturias y al de coalición (incluido el PSOE) de Cantabria. Y el caso Mediador hace temblar las piernas del gobierno socialista canario. Los tres parecían victorias seguras el 28M.