
Mirando la calle
Infinitamente mejores
«No todos los que leen son buenos, que es lo más importante que se puede ser en la vida, pero sí aumentan su posibilidad de serlo»
Raras son las veces que no coincido con mi sister, Carmen Posadas, en casi cualquier consideración. Hace años escribimos juntas el libro Usted primero (un manual de reglas no escritas) y el único punto de disenso fue que yo pensaba que las faldas de tubo eran perfectamente conjugables con botas altas y ella no…; en lo demás estábamos tan de acuerdo que parecía que fuera una tercera escritora, mitad ella, mitad yo, la autora de todo el texto. Sin embargo, Carmen publicó un artículo el domingo pasado en XL Semanal donde se mostraba de acuerdo con la polémica declaración de la influencer María Pombo respecto a que leer no nos hace mejores…Y yo no la comparto. Para apoyar su tesis, Carmen citaba los horrores del comportamiento de Neruda con su hija Malva Marina, el colaboracionismo de Celine o las mezquinas tretas que confesaba Faulkner para sacar adelante su obra a cualquier precio… Pero es que, aunque escribir requiera mucha lectura, no es lo mismo que leer. Al final, los escritores sufrimos ese calvario común a todos los creadores de pensar si nuestra obra conseguirá emocionar, se quedará en un trabajo correcto o ni siquiera llegará a eso. Y la zozobra de la incertidumbre, sumada el miedo a no conseguir la aprobación de los otros, nos puede volver muy miserables. No todas las lecturas hacen milagros, aunque algunas resultan tan transformadoras que casi podría considerarse que sí e incluso las más triviales contribuyen a desarrollar algo tan imprescindible para ser buena persona como la empatía. El conocimiento agranda la comprensión, empuja a ponerse en el lugar del otro, a sentir su dolor y a no permanecer ajeno a él. No todos los que leen son buenos, que es lo más importante que se puede ser en la vida, pero sí aumentan su posibilidad de serlo. Eso, además de ampliar sus argumentos para la seducción tan indispensable para el amor, los negocios y la vida en general; de hecho, es lo que se la salvó a Sherezade o al Cervantes de Amenábar. Leer nos vuelve más listos y más guapos a través de la palabra. Pero, sobre todo, infinitamente mejores, al permitirnos vivir las historias de otros y sentirlas como si fueran nuestras.
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