
Editorial
Y también salió el comodín del aborto
Es significativo que el presidente del Gobierno haya abierto el nuevo capítulo frentista cuando se han hecho públicas las investigaciones de la Guardia Civil sobre el pago de sobresueldos opacos por parte del partido socialista a Ábalos y Koldo
El hecho de que en España, en 2024, se hayan realizado 106.172 abortos voluntarios, reforzando una tendencia al alza, indica que esta práctica deleznable no sólo goza de excelente salud, sino que se está banalizando como un método anticonceptivo más, protegido por unas leyes que se dicen feministas e impulsadas por unas formaciones de izquierda dispuestas, si se tercia, a convertir la defensa de la vida en un delito contemplado en el Código Penal. No deberían tener, pues, motivos de alarma los partidarios de la cultura de la muerte, por más que en otros países con legislaciones abortistas de larga data sus opiniones públicas encajen cada vez peor la matanza de inocentes. De ahí, que el último movimiento político del PSOE, recuperando una vieja propuesta de la extrema izquierda podemita para blindar el aborto en una Constitución que, dicho sea de paso, garantizaba el derecho a la vida, no responda más que una maniobra táctica a modo de cortina de humo para desviar, una vez más, la atención de la opinión pública con una propuesta divisiva y de innegable eco mediático. O dicho de otra forma, gastado el comodín de Gaza, cuya tragedia ha quedado opacada por la peripecia festiva y reivindicativa de la flotilla de Ada Colau y la joven Greta, al sanchismo le convenía cambiar de escenario, aprovechando un movimiento previo de Vox, para tratar de llevar al PP a un terreno que los socialistas reputan como resbaladizo. Pero no hay tal. Pese a su nuevo cambio de opinión, pues el PSOE ya había rechazado anteriormente esa propuesta de Podemos, Pedro Sánchez es perfectamente consciente de que se precisa una mayoría parlamentaria cualificada para reformar la Carta Magna, es decir, el imposible apoyo de los populares, lo que convierte la nueva polémica es un fácil brindis al sol, sin consecuencias. No queremos entrar en juicio de intenciones, pero es significativo que el presidente del Gobierno haya abierto el nuevo capítulo frentista cuando se han hecho públicas las investigaciones de la Guardia Civil sobre el pago de sobresueldos opacos por parte del partido socialista a Ábalos y Koldo, en lo que tiene todo el aspecto de un movimiento reflejo de carácter defensivo. Nada, sin embargo, a lo que no nos tenga acostumbrados el gabinete de propaganda del Gobierno, cada vez más urgido de trucos de prestidigitación política para tapar en lo posible las acusaciones de corrupción que cercan al PSOE y al entorno familiar del presidente del Gobierno. Por ello, y a medida que los procedimientos judiciales en curso vayan quemando etapas, la sociedad española debería estar atenta ante las maniobras, cada vez más desesperadas, del aparato gubernamental. Porque después de tirar de la Armada como si formara parte del mobiliario de La Moncloa, es de temer que cualquier cosa es posible.
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