Con su permiso
La insoportable superioridad de los elegidos
Exhiben su odio a los árabes envuelto en el victimismo que todo lo justifica, y esperan ser aplaudidos por ello
Un grupo de niñatos se pone a cantar canciones de campamento con contenidos amables como «muerte a los árabes» o «arderá tu pueblo» en un avión de pasajeros de la línea aérea Vueling que se disponía a despegar desde Valencia con destino a París. Según la propia aerolínea, los niñatos adoptan una actitud chulesca hacia la tripulación cuando ésta les reprende no sólo por los cánticos, sino por manipular material sensible del avión o reventar la exposición inicial de seguridad que las leyes internacionales exigen en todos y cada uno de los vuelos en cualquier parte del mundo. Ante los riesgos para la seguridad en vuelo, el comandante del avión decide llamar a la Guardia Civil, que desaloja al grupo. Ya en la terminal, siguen manteniendo su actitud hasta el punto de que los guardias se ven obligados a reducir y esposar a la monitora, supuesta adulta encargada de vigilar el comportamiento de la muchachada. Son judíos franceses que regresan de un campamento en el Mediterráneo español.
Asunción lee la historia en una nota pública de la compañía Vueling después de contemplar con estupor las imágenes de la detención de la mujer a cargo de un guardia civil que la sujeta con fuerza boca abajo contra el suelo. El instante de la detención, sus imágenes, es ya una de las historias virales de este fin de semana en todas las redes. ¿Cuál ha sido la reacción de Israel y de quienes aún siguen considerando que lo de Gaza es una acción de guerra justificada en su derecho a la seguridad? Pues que la Guardia Civil es un cuerpo racista y antijudío y que el incidente es fruto del antisemitismo que la propaganda de Hamás está sembrando en el mundo. Tal cual.
La culpa no es de los chicos ni de su monitora, sino del antisemitismo del que llevan siendo víctimas casi desde el principio de su existencia. El planteamiento, observa Asunción, es una vuelta al viejo argumento del victimismo para justificar cualquier acción, por muy violenta o injustificable que sea. Si los judíos fueron víctimas de la represión y el crimen desde tiempo inmemorial, si en la historia reciente han sufrido episodios de brutal y sistemático asesinato, si, además, son y siempre serán el pueblo elegido de Dios, ¿cómo osamos los demás poner en cuestión su derecho a defenderse y su superioridad sobre cualquier otro ser humano? Los niñatos del avión, como su monitora, están movidos por el mismo espíritu faltón, provocador y miserable de quienes se manifiestan frente a la frontera de Gaza para evitar que entren los camiones de ayuda humanitaria en el caso de que lo permitiera su gobierno, o se juntan para comer de forma pública y ostentosa mientras unos metros más allá la gente muere de hambre.
En las últimas semanas se han podido ver movilizaciones de israelíes que protestan por lo que su gobierno y su ejército están haciendo en Gaza. Pero su voz apenas tiene eco en una sociedad tan anestesiada como la que contempló y hasta azuzó la represión sobre los judíos en la Europa del nazismo. La censura y la manipulación de los medios israelíes a pesar de la evidencia del genocidio, actúan de barrera para la toma de conciencia de un país cuyos gobernantes están realizando una operación a sangre y fuego encaminada a conseguir el Gran Israel que, según el Génesis, Dios le prometió a Abraham, «desde Egipto hasta el Éufrates», o sea, territorio de Egipto, Jordania, Líbano, Siria e Irak. Así lo ve Asunción; esa es, para ella, que no sabe mucho de política internacional, pero sí tiene una idea de la condición humana y sus peores aristas porque es psicóloga, la única explicación posible de la irracional brutalidad con que se está aplicando el gobierno de Benjamin Netanyahu, al que ella considera también un criminal de guerra. En Gaza, donde son capaces de matar de hambre a la población, pero no solo allí.
Todo ello le parece a Asunción con esa inquietante, desalentadora y vergonzosa impunidad, esa arrogancia chulesca con que ya no solo el gobierno, sino parte de los israelíes en su país y en el mundo, exhiben su odio a los árabes envuelto en el victimismo que todo lo justifica, y esperan ser aplaudidos por ello, o en caso contrario ejercer la autodefensa a la que tienen derecho. Si un judío te insulta y le contestas, eres antisemita.
Aunque, se malicia Asunción, tan malo o peor que esto puede ser el hecho de que el mundo occidental tolere o hasta justifique lo que Israel está haciendo en Gaza. Ya no son suficientes las palabras. Habrá que hacer algo más para que no nos persiga eternamente la imagen de los niños convertidos en sacos de piel y huesos por un país cuyos ciudadanos presentes y futuros se creen con derecho a tomar un avión y llenar el aire de cánticos tan miserables como los de los nazis que mataron a sus bisabuelos.