Sin Perdón
Judas Puigdemont: ¿Héroe o traidor?
«El PSOE abarató la cesión de la amnistía y ahora parece que es un tema menor. Es la peor estrategia negociadora que he visto jamás. Es una torpeza infinita»
En función de la decisión que adopte, Puigdemont será un héroe o un traidor para los independentistas. A estas alturas todo indica que Sánchez tiene su acuerdo, aunque necesita un tiempo para vender la amnistía como si fuera la expresión de que el PSOE es el único partido que comprende la pluralidad política y la diversidad territorial de España. No hay duda de que piensa que los españoles somos idiotas. No me sorprende que los dirigentes socialistas le apoyen fervorosamente, porque hace mucho frío fuera de la política cuando no se tiene una profesión o no se quiere volver a ella. La última vez que hable con Rubalcaba era por la tarde y estaba en su despacho de la Facultad. Era profesor titular de Química Orgánica. Era una persona excepcional y hubiera sido un gran catedrático, pero le apasionaba la política. En otros casos, la profesión, en el peor de los sentidos, es ser político. Es algo que nunca me ha gustado, porque es una perversión del sistema y conduce a que se extienda la mediocridad. Es lo que sucede con Puigdemont. Es un paniaguado del nacionalismo que ha hecho del independentismo su profesión.
La mala opinión que tengo del personaje no es porque sea independentista sino por su mediocridad exasperante y su conversión en un ayatola de medio pelo. Con Junqueras, que es doctor en Historia, ha investigado en los archivos y tiene publicaciones, no coincido ideológicamente, pero lo respeto intelectualmente, aunque creo que está equivocado en sus posiciones. Hemos llegado a un punto en que cualquier personaje irrelevante e inconsistente puede ser presidente de la Generalitat. El liderazgo de Puigdemont, elegido a dedo por Artur Mas, surge de un acto de infinita cobardía como es huir escondido en el maletero de un coche. No es Tarradellas o Companys, sino un «mister Chance» afortunado que se ha erigido en el tótem que adoran los seguidores de la secta en que se ha convertido Junts. La situación llega al extremo de que ejerce su poder absoluto sin cortapisas y sin ocupar ningún cargo orgánico. Un político inmoral es el líder moral del partido que decide el futuro de España. Es increíble.
Puigdemont ha tenido la suerte infinita de que sus votos sean decisivos, ya que los de ERC, PNV y Bildu están comprometidos con una fe ciega y los de Podemos han acabado convertidos en los palmeros de Yolanda. Esto último es divertido teniendo en cuenta las bravuconerías del gurú Iglesias y sus acólitas Montero y Belarra. La investidura de Sánchez depende de poder garantizar a Puigdemont, que ha decidido convertirse en el Judas del nacionalismo con tal de regresar a casa, que la amnistía es eficaz. Es algo que nadie se lo puede asegurar, ya que los jueces del Tribunal Supremo no son como la presidencia del Tribunal Constitucional que está al servicio del sanchismo. Esto último es bastante evidente escuchando la seguridad con que el candidato socialista y sus seguidores aseguran ahora que la amnistía será constitucional. Es curioso porque el dictamen fake de Yolanda Díaz estaba firmado por cinco penalistas de escasa relevancia, ya que ningún constitucionalista o administrativista, salvo el pintoresco Javier Pérez Royo, se atreve a plasmar su firma avalando algo que es manifiestamente inconstitucional. No solo eso, sino que es una medida carente de ética y dignidad. No se puede aprobar una amnistía con el rechazo de casi la mitad del Congreso y la gran mayoría de la sociedad.
El Tribunal Supremo, así como el resto de los tribunales que llevan las causas de la fracasada rebelión, como la definió Sánchez, no son serviles apéndices del aparato gubernamental. Ni siquiera lo es la Fiscalía. A pesar de la confianza de La Moncloa en que Conde-Pumpido se volverá a manchar la toga en el camino, me sorprende que sea capaz de hacerlo. En aquella ocasión lo hizo con la excusa de acabar con la banda ETA mientras que ahora es solo para conseguir que Sánchez compre la presidencia del Gobierno. Al igual que Puigdemont, supongo que Conde-Pumpido, que está en la etapa final de su carrera como alto cargo del Estado, estará preocupado por su legado y su imagen como jurista. Con Puigdemont sucede algo parecido. El espectáculo que está dando el sanchismo, con su apoyo a la polémica amnistía y el coro de voces justificándola, hablando incluso de que la vía penal fue desproporcionada, es la mejor ayuda que podía recibir el fugado expresidente en sus procedimientos en Europa. Su equipo jurídico se debe estar frotando las manos, porque en el caso de que fracasen las negociaciones tienen unos argumentos muy sólidos para defender a su representado.
Por otra parte, el PSOE abarató la cesión de la amnistía y ahora parece que es un tema menor. Es la peor estrategia negociadora que he visto jamás. Es una torpeza infinita. En el caso de Puigdemont, le sitúa en una posición complicada, porque si no consigue algo más suculento quedará como el Judas que es del nacionalismo. ERC tiene que hacer ver que le apoya, aunque detesta al histrión de Waterloo. Junqueras y el resto de los condenados se tragaron varios años en prisión mientras que el fugado vivía a cuerpo de rey en su exilio dorado. No solo tendrá la pensión de expresidente del gobierno catalán, sino que incluirá la del Parlamento Europeo y la española. Es lógico que quiera regresar y disfrutar de su despacho con asistentes en la zona más lujosa de la capital catalana, aunque supongo que le gustará seguir siendo eurodiputado para incrementar su sueldo y la pensión. Es lo que tienen los independentistas de billetera. Al final, este será su legado cuando vote a Sánchez para que le den la amnistía.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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