El buen salvaje

El lujo «Succession» de Yolanda Díaz

De un lujo sencillo, su armario luce como de estreno de una mañana de Primera Comunión tan sencillo que lo podría llevar una invitada a un bautizo

En «La brújula» de Latorre, Luca Costantini, que ha escrito un libro sobre Yolanda Díaz titulado «La seducción del poder», aseguraba que él sí podía hablar del estilo de la vicepresidenta porque es italiano y se supone que tiene bula para hablar de la ropa de una señorita sin que le tilden de machista. Naturalmente no le hicimos caso y entramos al asunto como si fuéramos Sánchez Dragó, muerto y todo, ante una nueva pastilla.

La vicepresidenta ha elegido lo que se llama un lujo tranquilo, alejado de las estridencias de, por ejemplo, una Giorgina, que siempre tiene suficientes relieves para llenar sus mapas de brilli brilli. Es el lujo por el que ha optado una paisana suya, Marta Ortega, tan rica como minimalista, que eso es ser de buena familia. Yolanda Díaz quiere que la miren como una del clan de «Succession», Sophie Roy, un poner, siempre en tonos beige y líneas rectas. Nadie en la serie muestra un logo que recuerde que el bolso blanco de Chanel de Ana Obregón cuesta 5.000 euros. Kendall Roy se compró en la primera temporada unas zapatillas de Lanvin y lo tomaron por un macarra. Y es que las intenciones no se pueden notar.

Yolanda también se cuida de que no se le adivine que lleva una pistola o es que se alegra de ver a todo el mundo, de tanto que se ríe. Para Yolanda, como para Armani, menos es más, que es su particular concepto de Sumar. A Yolanda se la ve de blanco blanco, blanco roto, blanco nieve, y de ahí al marfil, el crema y a un suave avellana. De un lujo sencillo, su armario luce como de estreno de una mañana de Primera Comunión tan sencillo que lo podría llevar una invitada a un bautizo. Yolanda, en fin, es blanca, como un lienzo blanco, porque lo tiene todo por escribir. No tiene programa, no tiene soluciones, solo mucho amor, pero eso es como preguntarse a qué huelen las nubes. Por eso da en el blanco.