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Macron y Sánchez, dos hombres y quizá dos destinos
Francia tiembla por los problemas de Macron que, sin embargo, consulta el «Manual de resistencia» de Pedro Sánchez
Ernest Renan (1823-1892), francés, filósofo, arqueólogo, creador del concepto «espiritual» de «nación», se quejaba de que «los franceses vivimos a la sombra de una sombra. ¿De qué se vivirá después de nosotros?» Lo recuerda Ángel Bizcarrondo, experto fiscal y humanista, cuando Francia tiembla por los problemas de Macron que, sin embargo, consulta el «Manual de resistencia» de Pedro Sánchez, y cuando España –sin gran entusiasmo– festeja la Constitución del 78, imperfecta, pero que ha sido la que más prosperidad y concordia ha dado a los españoles en su historia. El presidente galo, llevado al borde del abismo por los ultras –de extrema derecha, Le Pen, y de extrema izquierda, Mélenchon, hay que decirlo–, anuncia que agotará su mandato presidencial. El inquilino de La Moncloa también repite que acabará la legislatura, aunque ayer Núñez Feijóo la diera por acabada. Macron resistirá, pero debe resolver el embrollo «colosal» que diría Rajoy. Francia tiene un 6% de déficit público, en aumento, y una deuda pública de 3,2 billones de euros. Es ya el 117% de PIB y hasta ¡2040!, no bajará del 100%. Todo con una de las mayores presiones fiscales del mundo. El inquilino del Elíseo, con dudoso acierto y escasa empatía, intenta arreglarlo, pero los ultras, unidos los de izquierda y derecha, quieren impedirlo. Son los que viven «a la sombra de una sombra» y, por supuesto, sin saber de qué vivir «después de nosotros».
Sánchez presume de datos económicos. Son los mejores de Europa, pero imposibles de mantener si Francia y Alemania no carburan, sin olvidar que el PIB crece, pero no la renta per cápita y que un 58% de españoles admiten problemas para llegar a fin de mes. En España, como en Francia, también hay ultras de uno y otro lado que lo complican todo, y además «indepes», quizá ahora más de boquilla. Lo ha dicho Jordi Pujol, la independencia es imposible. Sin embargo, los «indepes» y la extrema izquierda juegan a horadar la Constitución. No es inmutable, como apuntaba ayer Francina Armengol, por supuesto, pero que exige el consenso que la alumbró y que no existe. Ahora lo único que hay son intereses concretos y partidistas. Macron y Sánchez juegan a resistir, pero acaso no compartan destino. Quizá sea momento de recordar que «el hombre no es esclavo ni de su raza, ni de su lengua, ni de su religión, ni de los cursos de los ríos, ni de la dirección de las cadenas de montañas. Una gran agregación de hombres, sana de espíritu y cálida de corazón, es lo que crea una conciencia moral que se llama una nación», escribió Renan.
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