«De Bellum luce»

MAR vs. los fariseos

La política es un lodazal, pero también lo es la prensa hoy en día, sometida a intereses serviles y en los que hay un ejército de soldados que repiten las consignas oficiales sin ninguna criba

Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, es el hombre al que la Santa Inquisición de la izquierda ha colgado de la garrucha en esa estrategia de derrumbe de todo lo que les haga daño en la comunicación de su propaganda. MAR, como se le conoce en medios políticos, es posiblemente hoy el mejor en lo suyo, después del fallecimiento del periodista Miguel Barroso en el ámbito de la izquierda. Funciona como una máquina, es capaz de interpretar la realidad política y social con astucia y responde con golpes que dejan tumbados al adversario político. Sí puede pecar a veces de impulsividad y de morder hasta enseñar los colmillos para conseguir su objetivo, pero con la ventaja de que, a diferencia de muchos otros, enseña los dientes, pero luego no los clava, y otros no los enseñan y sí hacen sangre. Es buena gente, con amigos y enemigos, está siempre para atender cualquier necesidad personal, de amigos y enemigos, y se desvive por todo el que le pida que le eche una mano cuando anda en un apuro.

Por supuesto que, como todos, comete errores, pero ni es un extorsionador ni asalta medios de comunicación desafectos con la presidenta, aunque ésta es la conclusión que se ha querido propagar a costa de una conversación privada con una periodista que filtró el contenido de esos mensajes para dar aire a su medio y a su propio ego. Me caerán toneladas de insultos por escribir esto, pero la decencia con el ejercicio periodístico me obliga a ello.

Ese asombro de algunos con la mensajes de MAR y su falta de memoria con lo que hacen otros es digno de ser calificado de hipocresía partidista, de la que solo cabe deducir que tiene su beneficio económico. La política es un lodazal, pero también lo es la prensa hoy en día, sometida a intereses serviles y en los que hay un ejército de soldados que repiten las consignas oficiales sin ninguna criba porque de ello les va lo que luego cae en el cazo. Y por eso a MAR hay que presentarle como si fuera un asaltador de luchadoras por la libertad de expresión mientras que los portavoces oficiales que llaman a las altas instancias de los grupos de comunicación pidiendo cabezas de periodistas, vetando informaciones o negando que fluya la financiación que corresponde son presentados como ángeles que velan por esa misma libertad de expresión.

Si queremos hablar de injerencias, hagámoslo en serio, con un debate amplio y en el que se pongan todos los nombres y todos los malos procedimientos encima de la mesa porque hoy solo hay mucho fariseo interesado en dar al muñeco que ha señalado Moncloa. Nada más.