El trípode del domingo
Marta y María: la vida activa y la contemplativa
Él no establece jerarquías, ni preferencias, ni oposición alguna entre la vida contemplativa y la vida activa, sino que enseña que a la largo de la vida y en todas las actividades humanas lo más importante es que la conducta llevada a cabo en su realización se guíe según Su Palabra
En el Evangelio de hoy, san Lucas relata un episodio de la vida del Señor muy conocido y que ha dado lugar a muchas interpretaciones a lo largo de la Historia, y algunas de ellas muy discutidas y discutibles por parte de teólogos, personas consagradas y de laicos. Narra el evangelista que Jesucristo está en Betania en casa de los tres hermanos Marta, María y Lázaro, muy queridos amigos suyos, y mientras María parece estar extasiada escuchando al Maestro, Marta está muy atareada preparando la mesa y todo lo necesario para el almuerzo con tan gran huésped. Ante ello, Marta se queja al Señor de que su hermana no esté haciendo nada y no la ayude en su trabajo. Ante su queja, Jesús la contesta repitiendo su nombre, lo que ya expresa un gesto de ternura hacia ella: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, y solo una es importante. María ha escogido la mejor parte y no le será arrebatada». Ante esa pluralidad de interpretaciones parece oportuno remitirse a la que expresó el Papa Benedicto XVI con motivo del rezo del Ángelus el 18 de Julio de 2010. «La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa y mucho menos por la generosa hospitalidad, sino una llamada clara al hecho de que lo único verdaderamente necesario es otra cosa: escuchar la Palabra del Señor, y el Señor en aquel momento está allí, ¡presente en la Persona de Jesús!. Todo lo demás pasará y se nos quitará, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a nuestra actividad cotidiana».
Han sido varios y no ha sido por tanto el Papa Benedicto XVI el único en expresarse en ese mismo sentido, por lo que resulta clarificador para comprender lo que en este evangelio el Señor enseña.
Él no establece jerarquías, ni preferencias, ni oposición alguna entre la vida contemplativa y la vida activa, sino que enseña que a la largo de la vida y en todas las actividades humanas lo más importante es que la conducta llevada a cabo en su realización se guíe según Su Palabra.
Es decir, que bien sea en la soledad y el silencio de una intensa vida monástica, o en la no silenciosa actividad de la atención a los enfermos en un hospital, o en cualquier otra de la inmensa realidad de las actividades humanas, lo importante es que se actúe teniendo como norte y guía la voluntad expresada y enseñada por Dios.
Tras la muerte y resurrección del Señor, Marta, María y Lázaro, con otros discípulos, partieron desde allí hacia el sur de las Galias, donde fallecieron.