V de Viernes

Más allá del incendio

Los errores concatenados de las autoridades agravaron las consecuencias de un pavoroso fuego alimentado por los diabólicos vientos de Santa Ana

El devastador incendio de Los Ángeles, con decenas de cientos de casas quemadas y miles de personas afectadas, sigue dando que hablar. La primera explicación está en los vientos de Santa Ana, los famosos «vientos del diablo», un fenómeno que ocurre en los meses fríos. Generan ráfagas de entre 95 y 130 kilómetros por hora, se forman en las zonas de altas presiones, y descienden por la montaña, donde pierden humedad y aumentan en velocidad. El resultado es arrollador. En esta ocasión, aún más. La explicación inmediata es que es debido al cambio climático. Por la acusada sequía en la región, este tipo de fenómenos son frecuentes y aterradores. Pero en el incendio de California se repiten algunos de los patrones vistos en otros lugares con desastres «naturales», como Valencia, Luisiana, Carolina del Norte o Maui. El alcalde de la ciudad o las autoridades más relevantes estaban de viaje. Curioso que las autoridades siempre estén de viaje. Viajan mucho. La noche de la Dana, Sánchez estaba en la India, Teresa Rivera en Francia, su segundo en Colombia y la directora de Emergencias en Brasil. Todos de viaje, como en Los Ángeles.

Segunda coincidencia: los bomberos están sin medios y llegan tarde porque no recibieron notificaciones. Los bomberos angelinos denunciaron que se encontraban sin agua: «No hay agua en los Polisades. No sale agua de las bocas de incendio. No hay nada qué hacer». Además, tienen el presupuesto más recortado de la ciudad, pese a la frecuencia de los incendios.

Tercero: no se limpia la maleza. El estado de California llevaba décadas sin permitir limpiar la vegetación, como en Valencia. Se preguntaban los bomberos americanos: «¿Qué se ha hecho en estos años para mitigar la maleza?». La respuesta es nada. Nadie limpió la vegetación, que se acumuló como verdadera gasolina.

Tampoco se avisó: «Nunca avisaron -denunciaron-. No recibimos aviso de evacuación, incluso cuando llegamos a la zona».

Luego están las teorías sobre por qué quedaron las casas destruidas, pero no mucha arboleda. Hay explicaciones. Las casas son por lo general de materiales ligeros muy inflamables, madera o restos de madera prensada, plástico y techos de tejas con asfalto. Arden como una cerilla y se consumen rápido. En USA prevalece la construcción de madera. En algunos estados, hasta hay un impuesto especial si se construye con ladrillo o cemento. Parece de locos, pero así es.

Cierto que decenas de árboles no se quemaron, pero es que hay especies resistentes. Es fácil que los pinos se quemen, pero los eucaliptos no. El eucalipto almacena mucha agua. Algunos árboles tienen corteza gruesa que protege el interior del árbol. Los árboles pueden almacenar suficiente humedad interna para resistir un incendio exprés.

Ver las casas arrasadas, igual que los coches, y muchos árboles en pie, es llamativo, aunque tenga explicación. Lo que no tienen explicación es lo que denuncian los bomberos. Ni que cancelaran los seguros.