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Métodos de adelgazamiento

Es interesante en general evitar las situaciones en las que los ministros puedan verse inducidos a hacer el lechuguino

No es para tanto que Televisión Española haya fichado a una presentadora entrada en carnes para las campanadas. Es más bien una costumbre ya muy vista y absolutamente tradicional. Puede, incluso, afirmarse que, en cierto modo, la presentación televisiva de campanadas resulta imbatible como dieta de adelgazamiento. Cuando Chicote empezó a hacerla estaba tan gordo como Lalachus y mírenlo ahora. A base de presentar sucesivas ediciones ha ido perdiendo quilos de una manera frenética. Lo mismo le pasará previsiblemente a Lalachus. Ahora empezará a hacerlo cada año en la tele pública y en cada ocasión aparecerá más delgada. Hasta que Pedro Sánchez pierda el Gobierno del todo o bien ella se quede translúcida.

Si la estupefacción me parece exagerada, entiendo perfectamente en cambio la irritación. Seguro que la presentadora no lo pensó demasiado, pero usar símbolos religiosos para hacer chistes es también absolutamente previsible que moleste a gente. Desgraciadamente, no es humor de provocación, porque la verdadera provocación es imprevisible y aquí es perfectamente previsible a quién se va a molestar. En un día así, yo creo que el objetivo de cualquier gente de bien sería intentar no fastidiar a nadie y dejar al personal al menos una noche de paz.

La cómica rebolonda tiene el suficiente coeficiente intelectual como para imaginar perfectamente que si un presentador de campanadas de cualquier cadena las aprovechara malamente para enseñar con ánimo jocoso la foto de una rubia que se pareciera a Begoña Gómez practicando un striptease de barra, eso molestaría claramente a nuestro presidente (y a Félix Bolaños no digamos, que saldría enseguida dando gallos con su cornetín en Twitter).

Por eso es interesante en general evitar las situaciones en las que los ministros puedan verse inducidos a hacer el lechuguino. Dejémonos de polarizaciones forzadas y haya paz. Viva 2025. Y la mejor manera de empezarlo es reconocer honradamente las equivocaciones.