El canto del cuco

El milagro de los panes y los pisos

Pedro Sánchez es, con seguridad, el presidente menos fiable, porque ha incumplido todos sus grandes compromisos electorales

En tiempo electoral florecen las promesas como las amapolas en los trigos. Luego, de lo que he dicho no me acuerdo. Lo más reseñado de la larga intervención del presidente Sánchez el martes en el Senado ha sido su anuncio de levantar 20.000 pisos sociales más, a los ya prometidos, en la abandonada colonia militar de Campamento (Madrid). La apuesta inmobiliaria del inquilino de La Moncloa ha ido subiendo de semana en semana, a medida que se acercan las elecciones, hasta los 183.000 pisos. ¡Bingo!, exclamó con sorna Feijóo, jefe de la oposición, que añadió un ingenioso y demoledor comentario: «¡El milagro de los panes y los pisos!». Todo el mundo sabe que son anuncios propagandísticos sin ninguna esperanza de que se cumplan, como prometer la Luna.

Hay en el pueblo, con razón, una desconfianza radical hacia las promesas de los políticos. Con estas cosas aumenta. Pedro Sánchez es, con seguridad, el presidente menos fiable, porque ha incumplido todos sus grandes compromisos electorales. Ahora levanta la bandera de la vivienda y del ecologismo, aprovechando lo de Doñana, para atraerse el voto joven, cada vez más apartado del Partido Socialista que él aún representa. Estamos ante un político en el final de su recorrido. No deja de ser significativo que la nueva ley de la Vivienda satisfaga más a los «okupas» que a los propietarios, a Bildu que al PP. Con esta discutida regulación de los alquileres culmina el pacto de la legislatura que ha sostenido a Sánchez en el poder y ha generado la política de bloques y la división nacional. «Tu casa frente a mi casa./ Tu balcón frente del mío. / Entre tu casa y la mía / una página del frío» (Altolaguirre).

Las condiciones para los desahucios en caso de familias vulnerables y los requisitos para desocupar a los «okupas» en viviendas de propiedad privada son los aspectos más discutidos de esta ley de la Vivienda, impulsada por el Gobierno de coalición «progresista» y que trata de apoyarse en un mandato constitucional, el artículo 14, que declara que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna. Es una de las leyes más cargada de ideología de todo el período sanchista. Esto hace que despierte un gran rechazo de la oposición, de los defensores de la propiedad privada y, desde luego, de los grandes poseedores de pisos de alquiler. El choque ideológico es manifiesto: lo que para unos es un avance social, para otros es el chollo de los «okupas» y la prolongación del milagro de los panes y los pisos.