La situación

Las obviedades del Rey

«La verdad está en lo obvio, aunque se pueda preferir que las obviedades resultaran innecesarias»

Cada país tiene su propia historia y, como consecuencia, cuenta con unas peculiaridades que, inevitablemente, determinan su forma de ser colectiva. En alguna medida, el pasado condiciona el futuro.

Y uno de los hechos diferenciales de España es que siendo, como es, una de las naciones más longevas de Occidente, no consigue dar por cerrado con normalidad el debate sobre sí misma. La eterna discusión sobre el ser de España ha restado al país muchas energías que podríamos haber aprovechado en ocupaciones más productivas para el país y para sus ciudadanos. Y ahí seguimos.

Por eso, llegados a los últimos días de 2023, el Rey de España se ha sentido ante la responsabilidad de llamar la atención de los españoles sobre asuntos que, en otros muchos países de nuestro entorno democrático, son obvias y, como consecuencia, ignorables. Disculpe el lector la redundancia que se avecina, pero no es fácil encontrar otro Estado en el que el jefe del Estado se sienta en la necesidad de defender la Constitución democrática y la unidad territorial de ese Estado, como si ambas cosas estuvieran en riesgo perpetuo.

Y, sin embargo, la constatación de lo obvio es lo que da a las palabras del Rey una mayor relevancia, cuando se confirma, un año más, que todos -sin excepción- los socios políticos del presidente del Gobierno, sin cuyo apoyo no estaría en Moncloa, cargan contra el jefe del Estado por defender al Estado.

Dijo el Rey que «fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad». Pero ese territorio, extramuros de la Constitución, es al que determinados partidos, de los que depende la gobernabilidad del país, pretenden conducirnos, cuando la mayoría de los ciudadanos parecería estar más cerca de ese otro mensaje de Felipe VI, cuando anima a todos a «velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país».

A menudo, la verdad está en lo obvio, aunque se pueda preferir que las obviedades resultaran innecesarias.