Quisicosas

Ojito con ningunear a la derecha radical

Hay una ensalada compleja entre el desencanto de los jóvenes, el temor/odio al inmigrante ilegal, o mal integrado, y el euroescepticismo. Bruselas parece hostil y lejana

Ha pasado de ser una «boutade» extravagante a opción de mayorías, por algo será. Conviene no ponerse chulito con la ultraderecha ni alzar la ceja, porque el riesgo es que te pase la Historia por encima y ni te enteres. Hasta ahora pensábamos en jóvenes alemanes desclasados, en flamencos racistas y franceses chovinistas, pero eso se acabó. Son tantos millones de votantes que no mirar la realidad es de ciegos. Meloni ha acabado por conquistar en Italia las clases cultas y a ciertos católicos, el Afd ha sustituido a los socialdemócratas como segundo partido alemán y la debacle se ha llevado por delante al primer ministro belga y obligado a Macron a convocar elecciones al parlamento. Ayer ha caído como un bombazo la noticia de que el partido conservador de Los Republicanos, heredero de Chirac y Sarkozy, mantiene conversaciones con Marine Le Pen, lo que multiplicaría las opciones de ambos. Mirar por encima del hombro es de cretinos.

Habrá que empezar a preguntarse por esa chocante alianza entre obreros europeos, inmigrantes de tercera generación y clases medias y altas. Hay una ensalada compleja entre el desencanto de los jóvenes, el temor/odio al inmigrante ilegal, o mal integrado, y el euroescepticismo. Bruselas parece hostil y lejana. Y más: ¿en qué medida Macron no se ha excedido en su soberbia jacobina al meter el aborto en la Constitución? ¿hasta qué punto se ignora en Centroeuropa que las jóvenes llevan una rebeca en el bolso para no ser increpadas en el metro por llevar los hombros al aire? ¿por qué la ideología verde –tan castigada esta vez– la ha emprendido «contra» la agricultura y la ganadería europeas? Los muros de contención que ha anunciado Von der Leyen (esa alianza entre populares y socialistas en la Eurocámara) son pan para hoy y hambre para mañana. Millones y millones de ciudadanos no pueden ser despachados como idiotas reactivos.

España es pelitín distinta. Aquí Vox procede del PP, Santiago Abascal es un héroe de la lucha contra ETA y siempre hay un factor católico que atenúa la tentación de crueldad. Pero ahí están: han pasado de 4 a 6 escaños y les ha salido un competidor de chiste, eurófobo y antisistema, en Alvise y su fin de fiesta, que también se ha puesto en 3 escaños. Por contra, el arco de ultraizquierda merma y el PSOE acusa cansancio. Habrá que pensarse qué lleva a un trabajador manual de Leganés a tender la mano a un vecino de la Castellana madrileña. Javier Milei se expresa en un lenguaje feroz que no entiendo, pero la gente parece comprenderlo perfectamente. Y ha saludado el vuelco de Europa hacia la derecha. Ese tipo tendrá desequilibrio, pero también tiene olfato.