V de Viernes

Olivos por placas solares

El arranque de ejemplares para sustituirlos por huertos fotovoltaicos reduce

la producción y sube el precio

En el precio del aceite también influye la menor producción debido a que las administraciones admiten la sustitución de centenarios campos de olivos por huertos fotovoltaicos.

A los arranca cepas ( y de olivos ) de Bruselas se les ocurrió un día que teníamos demasiada producción vitivinícola y oleícola y que, por tanto, era mucho mejor arrancar olivos y vides que mantenerlos en producción. ¿Para qué ? Nadie lo sabe, salvo que lo que se pretenda es fomentar que compremos el aceite a Marruecos, muchísimo más barato que el nuestro, pero de peor calidad, sin registros adecuados de pesticidas y sin saber de verdad si cuando nos ofrecen un virgen extra estamos ante un producto con tal catalogación o es un oliva refinado que nada tiene que ver con el de primera presión en frío. Eso y el hecho evidente de que dejamos a miles de agricultores sin trabajo, pues al perder sus campos de olivos pierden también el dinero que la producción de aceite les permitía.

Ahora nos dicen que el precio del aceite se ha disparado por culpa del cambio climático y la sequía. El argumento del cambio climático vale para todo. Hay una parte de verdad en esa afirmación, pero no es toda la verdad. Lo cierto es que el precio de nuestro oro líquido se ha disparado por algunas razones más. El cambio climático existe, pero no todo es por su culpa. Parte del problema hay que atribuirlo a quienes toman las decisiones en los despachos. La realidad constatable es que de un tiempo a esta parte se viene produciendo una llamativa reducción de la producción por varios motivos, más allá de la emergencia climática. El primero, la política de la PAC favorecedora de la sustitución de cultivos. El segundo, que tal sustitución se esté haciendo porque muchos de esos olivares se están transformando en huertos solares. El ejemplo más llamativo de esa política está en Cartaojal, pueblo malagueño donde se han arrancado miles, contra el criterio de sus propietarios, con la única explicación de que hay que sacrificar tierras por el interés mayor de la Agenda 2030. Los vecinos quieren seguir con sus olivos, pero desde el Ayuntamiento les dicen que la UE favorece más transformar esos campos en huertos fotovoltaicos, pues les reportarán mayores ingresos.

Otro aspecto que igualmente incide en la disminución de la producción es la progresiva sustitución del cultivo de aceitunas por las plantaciones de pistachos, con precios más favorables en los mercados internacionales.

El resultado lamentable es que, en España, primer productor mundial de aceite de oliva, la cotización del oro líquido es superior al precio del litro en la mayor parte de los países de nuestro entorno. La proliferación de viajes a Portugal para comprar aceite luso, un 25 por ciento más barato que el nuestro, es ciertamente incomprensible. Producimos más que nadie pero lo vendemos más caro. Sobre todo, en España, porque en Suiza o Alemania el oliva español se puede comprar hasta 3 o 4 euros más barato. ¿Alguien lo entiende?