
Y volvieron cantando
La «organización»
Enarbola como sólida mayoría parlamentaria el hecho de que sus socios del «Frankenstein» sigan manteniendo a un gobierno que les brinda prebendas impensables en otros momentos de normalidad institucional y constitucional
Quería hilvanar un discurso de cara a su parroquia de militantes –un banderín de enganche– y ya lo tiene. Otra cosa es que esta vez acabe calando. Viene a resultar como poco llamativo que Pedro Sánchez, durante sus dos últimas comparecencias en la sede del PSOE, haya utilizado reiteradamente la palabra «organización» –«mi organización»– para referirse a su partido, un término al que no escapan múltiples connotaciones y una utilización del mismo en lugar de «partido» que no resulta casual en un momento en el que la sospecha de financiación ilegal en el PSOE sobrevuela desde todos los horizontes y no solo el puramente político (veremos en el judicial). Las organizaciones –que nadie se engañe– oscilan desde la Mundial de la Salud o la de Naciones Unidas hasta las que acogen actividades no precisamente edificantes.
El tsunami de corrupción entre personas de la máxima confianza de Sánchez y la evidencia de que ya no hablamos de «bulos», sino de manos calcinadas puestas en el fuego a favor de presuntos corruptos, ha dado el pistoletazo de salida a lo que viviremos como una paranoica, esquizofrénica e interminable precampaña electoral de cara a los dos años que tenemos por delante hasta que se agote la legislatura –que se va a agotar, no lo duden– a costa de un país absolutamente desgobernado. El mayor superviviente político en toda la historia de nuestra democracia, gracias a la ventaja que le confiere primar su permanencia en el poder frente al interés de la nación y de su propio partido, ya ha enseñado sus cartas en un momento en el que los más ingenuos veían agotado su discurso del miedo frente a la «extrema derecha». De entrada, se nos ofrece ya como la gran víctima de personas presuntamente corruptas, machistas y cosas peores en las que «ingenuamente» había confiado. Otra pata del argumentario que se nos derramará por aspersión y por tierra, mar y aire es la de los logros «sociales» del gobierno heredero de interminables etapas de corrupción sistémica de la derecha y alguna más será la de enarbolar como sólida mayoría parlamentaria el hecho de que sus socios del «Frankenstein» sigan manteniendo a un gobierno que les brinda prebendas impensables en otros momentos de normalidad institucional y constitucional. Lo peor no serán solo dos años perdidos, sino un discurso que acaba calando en algunas feligresías. Ya está en marcha la «organización».
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