
Canela fina
Pedro Cátedra, en la Academia
«Pedro Cátedra presentó a la Academia un discurso excepcional, ejemplo de calidad literaria y rigor intelectual»
Entre tanta calderilla literaria que ensombrece la vida intelectual española, entre tantos espacios cutres y sin pulso de televisión, entre tanta vulgaridad desdeñosa, reconforta asistir a un acto como el celebrado el pasado domingo en la Real Academia Española. Tomó posesión el profesor Pedro Manuel Cátedra, medievalista, filólogo, crítico literario, alfil de la cultura española.
Su discurso de ingreso en la Academia, Biografía de un libro, se extiende a través de 400 páginas en las que condensa la investigación científica bajo el peso de un formidable equipaje cultural, amén de una treintena de láminas reveladoras. Dos de ellas las que corresponden a Els dotze treballs d’Hércules, de Villena, en su edición de 1514. Tal vez no tenga precedentes en los tres siglos largos de actividad de la Real Academia Española un discurso de la envergadura del que presentó Pedro Cátedra. Leyó un resumen, pero ahí está el trabajo, ciertamente hercúleo, del nuevo académico.
«Sí, desde 1530, -escribe Pedro Cátedra- en que consta nuestro libro en el inventario de su partero Cristóbal Cofman, hasta el verano de 1952, en que don Eugenio Asensio debió verlo y casi seguramente adquirirlo poco después para su biblioteca, no tenemos noticia alguna sobre su vida y andanzas. Si hemos podido reconstruir algo sobre su nacimiento y enfances, parece que el silencio durante esos cuatrocientos veintidós años nos obliga a imaginar Los Dotze treballs de Hèrcules viviendo eterna y silenciosamente en una estantería olvidada de cualquier biblioteca perdida».
Escuché decir a Xavier Zubiri, hace ya demasiados años, durante el coloquio celebrado tras su conferencia, que era necesario despejar la hojarasca literaria para reivindicar la monografía como verdadera arista de la calidad intelectual. Y Pedro Cátedra ha edificado su vida cultural sobre la monografía, desde la imprenta en la Baeza del siglo XVI hasta la historiografía en verso en la época de los Reyes Católicos, pasando por investigar los monumentos bibliográficos riojanos, el sueño real de Don Quijote o la liturgia en la Edad Media.
Pedro Cátedra estudia la fisiología del ente literario con ternura de sabio y entusiasmo de enamorado. Y sabio también es el académico que contestó a su discurso, Juan Gil, latinista, filólogo, estudioso de Colón y su entorno, pionero además en el estudio del latín medieval.
Memorable sesión, en fin, tal vez la de más alto nivel intelectual en el último medio siglo de la Real Academia Española.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
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