Eleuteria

No es personal: es política

Lo único que puede hacer un líder político que verdaderamente aspira a ser líder y no marioneta tutelada: matar al padre

En ocasiones tendemos a concebir a la política como una lucha entre ideales (e idealistas) acerca de cómo mejorar la sociedad. Nuestros gobernantes serían individuos bienintencionados que buscarían promover el interés general según las distintas concepciones que cada partido impulsara de buena fe. En realidad, empero, hemos de entender la política como una lucha sin piedad por el poder: manteniendo ciertas formalidades –por ejemplo, dentro de unas instituciones democráticas queda proscrita la violencia abierta y transparente entre dirigentes– pero una lucha por el poder, en cualquier caso.

Las tensiones entre Podemos y Sumar que hemos presenciado durante los últimos días son bastante ilustrativas a este respecto. En primer lugar, recordemos que si Yolanda Díaz llegó a ser ministra de Trabajo fue doblemente por el empeño personal de Pablo Iglesias: por un lado, fue Pablo Iglesias quien, en contra del criterio de la corriente errejonista (irónicamente ahora integrada en Sumar), articuló la coalición entre Podemos e Izquierda Unida (dentro de la cual militaba Yolanda Díaz); por otro, fue el empeño de Pablo Iglesias con que se repitieran las elecciones lo que llevó a conformar un gobierno de coalición. No es necesario entrar en analizar si Unidas Podemos restó votos para Podemos (que probablemente) o si el gobierno de coalición ha sido perjudicial para los españoles (que seguramente): basta con constatar que, sin Pablo Iglesias, Yolanda Díaz no habría sido ministra de Trabajo.

En segundo lugar, si Yolanda Díaz llegó a ser líder de Sumar ha sido por la determinación dedocrática de Pablo Iglesias: fue él quien la nombró su sucesora al frente de Unidas y, por tanto, fue él quien le otorgó la visibilidad y la legitimidad política para reorganizar la antigua coalición de Unidas Podemos bajo unas siglas menos desgastadas como las de Sumar.

Y después de todo ello, ¿qué ha hecho Yolanda Díaz con Pablo Iglesias? Pues lo único que puede hacer un líder político que verdaderamente aspira a ser líder y no marioneta tutelada: matar al padre. Es decir, romper amarras con aquél que carece de potestas pero que sigue poseyendo auctoritas. Y como el nuevo líder ha de contar con autoridad suprema (pues en caso contrario no sería el líder) no le queda otra que apuñalar por la espalda al antiguo líder a quien se lo debe todo. No es personal, son negocios. O, más bien, es política.