Tribuna

La primera guerra de la era digital

Hay que discernir si Putin controla sin fisuras todas las estructuras de poder en Rusia o si algunas son susceptibles de alterar algún aspecto de la actuación rusa

En Ucrania se está librando una pugna entre la superior tecnología occidental y la capacidad destructiva rusa. La tecnología siempre ha desempeñado un papel importante en el desenlace de contiendas bélicas entre democracias y dictaduras. Acaban imponiéndose las democracias porque un clima de libertad es más proclive al desarrollo de la superioridad tecnológica. En las dictaduras el temor a las represalias frena la iniciativa y capacidad innovadora. En la Segunda Guerra Mundial la victoria de los aliados fue debida en parte a que el británico Alan Turing y su equipo Ultra descifraron el código Enigma de la Alemania nazi después de los esfuerzos iniciales de sus homólogos polacos. Por su parte, los decodificadores de EEUU accedieron a la transmisión de los mensajes secretos de Japón.

China, Rusia y Corea del Norte han financiado y dirigido graves ciberataques y hacks en los últimos años. Hackers auspiciados por la agencia de inteligencia rusa SVR lograron paralizar durante seis días en mayo de 2021 el mayor gasoducto de EEUU. La coalición occidental integrada por EEUU, la UE, el Reino Unido, Canadá, Japón, Corea del Sur y Australia considera que Ucrania es un baluarte para la defensa de la democracia. Aunque es legítimo, este planteamiento aleja la posibilidad de negociar con Moscú desde una posición de fuerza. Putin no sobrevivirá políticamente si pierde la guerra. Se ha convertido en una lucha en clave existencial para ambos lados.

Putin ordenó la invasión de Ucrania el 24 de febrero del año pasado con más de 100.000 soldados, cazas, tanques y artillería pesada. Las fuerzas armadas ucranianas contaban con una aviación integrada por 125 unidades y un número significativamente inferior de tanques, artillería y cohetes antiaéreos. Occidente inmediatamente aportó armamento convencional de superior calidad al que posee Rusia. Fracasó el asalto a Kiev porque EEUU y otros países occidentales suministraron los sofisticados cohetes antiaéreos Javelin y Stinger. La utilización de la artillería móvil de alta precesión Himars fue la clave de la exitosa ofensiva ucraniana de septiembre que liberó 500 poblaciones y 4.500 quilómetros cuadrados de territorio. Ambos bandos están librando la primera guerra de drones a gran escala.

Ante el severo revés militar sufrido por Rusia cabe plantearse si podría provocar que Moscú y su aliada China lleven a cabo hacks contra infraestructuras críticas de Europa y EEUU. A China no le interesa desestabilizar su principal mercado de exportación de bienes. Moscú amenaza con recurrir a sus armas nucleares. Pero Putin no ha reaccionado después de incursiones ucranianas en su territorio y el hundimiento de su buque insignia en el mar Negro. Es uno de los hombres más ricos del mundo. Desea pasar a la historia como el líder que restableció el prestigio de Rusia. Por ello los lideres occidentales deben hacer caso omiso a las nuevas advertencias apocalípticas procedentes de Moscú después del anuncio del envío de tanques Leopard por parte de Alemania y otros países.

¿Pero si Rusia realmente llega a estar contra las cuerdas, podría llevar a cabo ciberataques y hacks similares? Occidente es muy vulnerable. El software con antivirus y protección de datos de la mayoría de empresas y particulares es incapaz de resistir la capacidad de computación de los piratas informáticos respaldados por Rusia y China. Así lo ilustra el hecho de que en 2020 el grupo Nobelium, guiado por la inteligencia rusa, penetró las redes de la multinacional SolarWinds. Dicha empresa proporciona el sistema operativo Orion a ministerios de EEUU y aproximadamente 30.000 empresas en seis países. Fue el peor ciberataque de la historia.

La dirección IP de cualquier ordenador, portátil o móvil es el equivalente a la dirección de nuestro hogar. Una defensa sólida exige que se refresque la dirección IP cada 0,44 milisegundos. Dichos programas no lo hacen. Las empresas e individuos deben dotarse de los instrumentos más sólidos posibles en materia de protección de datos. Actualmente hay 15.000 millones de ordenadores, televisores, aparatos de electrónica, móviles y otros productos conectados al Internet de las cosas.

Los colosos titánicos como Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon y Meta deben regularse y fragmentarse. Deben apoyar a la coalición occidental y formar unidades como la Ultra de Turing con los 70.000 empleados de los que han prescindido en el último año. Se debería forjar un partenariado entre el sector público y privado empleando a dichos trabajadores para asegurarse que se mantiene la superioridad tecnológica ante el progreso alcanzado por China. Es un esfuerzo equivalente a la transformación de las fábricas de EEUU que producían electrodomésticos en el arsenal de la democracia que derrotó al fascismo. La coalición occidental necesita una estrategia más sofisticada. Debe presionar a las potencias emergentes que siguen financiando la guerra de Putin. Debe asegurarse con la financiación procedente de las grandes tecnológicas occidentales que el máximo número posible de hackers trabajen para Occidente. Hay que discernir si Putin controla sin fisuras todas las estructuras de poder en Rusia o si algunas son susceptibles de alterar algún aspecto de la actuación rusa. Únicamente con dicha estrategia puede Occidente tomar la iniciativa y no actuar de forma reactiva ante los constantes órdagos que lanza Putin.

Dr. Alexandre Muns Rubiol. Profesor, EAE Business School.