Escrito en la pared

Prostitución y Drogas (P+D)

Dicho por lo bajini, parece que a los españoles, así, en general, nos va más el vicio que la creación de conocimiento

Hace diez años, lo mismo que hizo la semana pasada, el INE revisó las cifras de la Contabilidad Nacional, dando lugar a una elevación del tamaño del PIB. En aquella ocasión, más allá de otros aspectos técnicos, lo que más se destacó es que el organismo estadístico había sumado el valor de las actividades ilegales a la estimación del producto de la economía. Su cuantía, como en otros países europeos, era más bien moderada: el 0,87% del PIB, de los que 0,35 puntos correspondían a la prostitución, 0,50 al tráfico de drogas y el resto al contrabando de tabaco y bebidas alcohólicas. Y ahí se quedó la cosa porque en la comprobación de hace unos días el tema ni se menciona. O sea que no sabemos si lo que podríamos designar con el acrónimo P+D se ha quedado donde estaba o si el valor añadido correspondiente a este sector ha experimentado alguna variación.

Tal vez a algún lector esto le parezca irrelevante, pero como en la economía aplicada las comparaciones no son odiosas, no estaría mal poner en su sitio las dimensiones de la P+D. Bajo el supuesto que todo haya seguido igual, estaríamos hablando de unos 13.000 millones en el momento actual; una cuantía esta que, por ejemplo, es algo mayor que los 12.500 millones que supone el valor añadido del sector científico y tecnológico –o sea, eso que llamamos I+D–. Dicho por lo bajini, parece que a los españoles, así, en general, nos va más el vicio que la creación de conocimiento. Claro que, si en vez de permanecer estancado, el valor añadido de la P+D hubiese aumentado en la última década, entonces merecería la pena que revisáramos nuestras prioridades nacionales. Yo apuesto por esto, pues los oscuros y confusos datos disponibles sobre las dos principales actividades ilegales apuntan en esa dirección. En el caso de la prostitución, parece que la oferta podría haberse duplicado, aunque la demanda habría crecido sólo al ritmo de la población. Y en el de las drogas, la demanda, tanto de cannabis como cocaína se ha expandido ampliamente. Así que no me sorprendería que, si el INE revisara sus cifras, estuviéramos por encima de los 15.000 millones. ¡Qué país!