La situación
El protagonismo de Puigdemont
«La lotería de la política concedió a su partido los siete escaños que Pedro Sánchez necesitaba para no salir de Moncloa»
En diciembre de 2017, pocas semanas después de fugarse a Bélgica, Carles Puigdemont se reunió con sus compañeros y les dijo, entre otros análisis igual de sofisticados, que «Espanya te un pollastre de collons» (España tiene un pollo de cojones). Disculpen el lenguaje. Para entonces, ya se había aplicado en Cataluña el artículo 155 y se acababan de celebrar las elecciones autonómicas convocadas por el presidente Rajoy el 21 de diciembre, ganadas por el independentismo, tres meses después del referéndum ilegal del 1 de octubre.
Puigdemont tuvo un cierto predicamento popular en Cataluña durante los primeros tiempos de su fuga, pretendidamente heroica. Pero, después del indulto a los líderes del procés que no se fugaron, la figura épica del prófugo se empezó a diluir y ya hacía tiempo que se había convertido en un personaje en busca de autor, olvidado en Waterloo. Cada día se parecía más a la demacrada actriz Norma Desmond (encarnada por la genial Gloria Swanson) en «El crepúsculo de los dioses» de Billy Wilder, bajando las escaleras de su decrépita mansión de Hollywood, como si todavía algún director de cine estuviera a punto de llamarla para volver a ser la estrella que un día fue.
Pero Puigdemont sí ha encontrado a su autor y a su director de cine. De repente, la lotería de la política concedió a su partido los siete escaños que Pedro Sánchez necesitaba para no salir de Moncloa, a pesar de haber perdido las elecciones. Y Norma Desmond consiguió, de nuevo, un papel protagonista.
Si Puigdemont fuera el independentista más votado el 12 de mayo, a Esquerra le resultaría difícil entregar el poder al socialista Salvador Illa, salvo que Junqueras y Aragonès estén dispuestos a pasar por traidores ante los procesistas más hiperventilados. Pero, quién sabe, quizá Illa sea elegido president si los votos del PSC sumaran la mayoría suficiente con Comunes y PP. No sería la primera vez. Ya ocurrió en el ayuntamiento de Barcelona, sin que Sánchez lo haya agradecido todavía. De hecho, menospreció el gesto: «Feijóo no ha hecho más que lo que hizo Valls hace cuatro años: evitar que hubiera un alcalde independentista».
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