El buen salvaje

El PSOE no sabe si mover (o no) su QQ

En el congreso de Sevilla decidieron dejar la Q en una gasolinera pero después, vistas las reacciones de Irene Montero y de alguna trans se han echado para atrás, culito a la pared.

El PSOE no sabe a qué letra quedarse, con lo fácil que era antes, cuando en la pizarra de la izquierda solo existía la O de obreros. Ahora, es más complicado, los progres se han metido en jardines identitarios que ni sus propios votantes entienden, es más, no lo entienden la mayoría de las personas humanas, incluidos periodistas, por lo que he testado. Eruditos que se encogen de hombros. Chicos, chicas, con la de libros de 900 páginas que os metéis por el cuerpo. En fin, que ya no vale con apoyar a los LGTBI sino que además hay que estar con los LGTBIQ, y, claro, hay una parte del partido que se inclina por seguir la estúpida deriva de la Q, o sea, de la autodeterminación de género, y otra que pone los pies en la tierra y opina que mejor dejar que la Q se las apañe sola porque hay hombres Q que quieren competir con mujeres, y, claro, las mujeres no quieren que hombres Q les quiten la posibilidad de una victoria, en fin, que en este lío se metió la izquierda y ahora no sabe cómo salir, o entrar, o qué hacer. El caso es que en el congreso de Sevilla decidieron dejar la Q en una gasolinera pero después, vistas las reacciones de Irene Montero y de alguna trans se han echado para atrás, culito a la pared.

El PSOE, como representante mayoritario de la izquierda patria, sigue jugando a las letras, ese pasatiempo que puede ser infinito, porque, además de la Q, múltiples letras se unen al festín de los desamparados entre los que no están los heterosexuales o los que vagan sin destino por la vida a la espera de que alguien le susurre una palabra de amor. ¿Qué letra le damos a la reencarnación de Rimbaud, por el que seguiríamos hasta el fin del mundo con que nos musite «le bateau ivre»?

Los socialistas, así, en general, no saben si es mejor unirse al bando de lo ejecutado por lo políticamente correcto o si es hora de poner orden en este manicomio y dejar que las chicas compitan con chicas que tienen pene. La izquierda ha llegado tan lejos en esta mentira que vale con que un servidor se autodetermine para hacerme caso. De acuerdo, tengo pene, qué puedo hacer. Hay algún ministro, del que no diré cartera ni nombre, que se ha puesto, tengo entendido, acido hialurónico para aumentar su tamaño (sí), o sea, que seguimos como siempre, con nuestra biología dirigiendo el barco. Cuesta trabajo entender por qué hay tanto interés por la Q cuando se trata de un porcentaje nimio en relación al resto de españoles. El PSOE quiere mover su QQ, como si eso fuera tan importante. Mover el QQ mientras el partido se esconde la bragueta. En fin.