
Opinión
De quién es la culpa
Esta sociedad blandita con poca o ninguna tolerancia al sufrimiento. Esta generación, la mía, que no conoce apenas el dolor (la del ibuprofeno y el lexatín), ni el aburrimiento
Hay una cosa fascinante en la España de ahora mismo y es la ceguera, la pérdida de autonomía intelectual, la obstinación, la melonez... Y no digo que tengamos que ser 100% objetivos, que es muy cursi...Pero. Me repito esta idea y me enternece la visión de esta sociedad, sobrealimentada, polarizada y culpando siempre a otros donde por desgracia el vínculo entre causa y efecto suele ser más tenue de lo que nos gusta pensar.
Esta sociedad blandita con poca o ninguna tolerancia al sufrimiento. Esta generación, la mía, que no conoce apenas el dolor (la del ibuprofeno y el lexatín), ni el aburrimiento (la del streaming y el Smartphone)…
Sí, todos de alguna forma tratamos de darle sentido a la vida mediante una interpretación amigable basada en relaciones de causa y efecto bajo nuestra cosmogonía más próxima.
Sí, muchos han muerto los últimos días. La ilusión del control es la tendencia de los seres humanos a creer que pueden influir en los resultados en los que claramente no tenemos influencia. Si nos comportamos bien, si compramos los alimentos adecuados y hacemos ejercicio se nos recompensará con una vida plena y saludable.
Nosotros, los del kale y la leche sin lactosa, los del vino sin alcohol, las galletas sin gluten y los pasteles de chocolate sin azúcar ni hidratos de carbono… Nosotros que no perdonamos el gimnasio; los feministas, los ecologistas, los hiperviajados e hiperconectados; nosotros, los del selfie en restaurante de papel pintado, sin poder hacer nada, sin pensar, ni entender (casi mejor)...Donde nuestra mayor heroicidad semanal consiste en no comernos toda la caja de galletas o asearnos y mantener cierto decoro; luchar contra nuestra indisciplina y la de los demás; somos la generación que creció en la paranoia del bienestar como derecho…La de youtube, la de la inmediatez y la fotografía digital y, sí, nos cuesta mucho autoanalizarnos. Como hijos de nuestro tiempo, el tiempo de la recompensa inmediata, no nos manejamos demasiado bien en la resignación, ni en la renuncia ni en la incertidumbre y Dana nos recuerda que no sabemos qué pasará dentro de una semana, quince días; pero ¿existió la seguridad verdaderamente?
Pobre generación mimada. Las generaciones mimadas son generaciones ingenuas. Jamás hemos controlado el mundo exterior (el tsunami de 2004 en el sudeste asiático fue algo más que una película emotiva, el coronavirus, filomena…), ni tampoco controlamos nuestro fuero interno, sin embargo, hemos crecido pensando que sabemos más de lo que sabemos, como si todo dependiera de nosotros hasta que falle, entonces será un error de los demás.
Quizá todo se deba al azar, o quizá, como dicen los neuróticos de la sostenibilidad, el planeta tiene sus armas y recursos para frenarnos como especie y nos situara en perspectiva para resetear.
Lo que sí tengo claro, desde mi pequeñez y particular problemática es que cuanto más humildes seamos con respecto a nuestra capacidad de control, mejor; porque ni la ciencia, ni los hombres, tenemos el mando; somos vulnerables y la única forma de vida sensata conlleva aceptar de antemano, todas las posibilidades.
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