
«De Bellum luce»
Quien engaña el último, engaña mejor
En Moncloa saborean las mieles de creerse seguros gracias a la debilidad de Junts. El objetivo del presidente es dejarles fuera de la partida en Cataluña, y también, a poder ser, en futuros convidados de piedra en Madrid
El próximo barómetro catalán no será nada favorable a Junts. Las encuestas publicadas hasta ahora han coincidido en vaticinar un deterioro estructural del partido de Puigdemont, ante un electorado frustrado por el proceso independentista y seducido por un discurso más agresivo en cuestiones que poco tienen que ver con la independencia.
Los giros de guion con los que intentan combatir este desgaste no parecen ser el camino, como confirmará en breve el CIS catalán, y como vienen ya apuntando los sondeos privados. Junts se queja, con hechos en la mano, de que han sido engañados por el presidente del Gobierno, pero, al tiempo, desarrollan esa estrategia, la de ni contigo ni sin ti, que hace que en Moncloa se fumen un puro, y no metafóricamente, con cada insulto y con cada órdago que plantea Míriam Nogueras. Hasta las elecciones municipales de la primavera de 2027 queda aún mucho tiempo, pero hay errores estratégicos que, cuando llegan al punto de no retorno, arrastran con ellos a todos sus ideólogos.
Cuesta pensar que en el cuartel general de Puigdemont no se estén percatando de la nueva trampa que les ha preparado Pedro Sánchez, que no es que se fume un puro, sino que está ya en la barra, como en sus años mozos, en plan de «sujétame el cubata» que ya voy yo y me lanzo. En Moncloa presumen de que lo tienen todo atado. Tiempo que ganan, tiempo que juega en contra del club de Puigdemont porque al PSC le viene de lujo reducir a la mínima a un partido de derechas (independentista, sí, pero de derechas) y jugar solo en el tablero con ERC y una izquierda dividida. Un Junqueras con el que sí negocian, según van contando, «las cosas que importan a los catalanes»: ahora mismo, presuntamente están sentados para hablar de la financiación autonómica sobre la base de un pacto de reparto equilibrado de beneficios entre Cataluña, con el PSC como principal beneficiario, y, a su manera, Andalucía, con la confianza puesta en que en el ron del cubata del presidente se ahogue el ruido de los barones autonómicos del PP.
En Moncloa saborean las mieles de creerse seguros gracias a la debilidad de Junts. El objetivo del presidente es dejarles fuera de la partida en Cataluña, y también, a poder ser, en futuros convidados de piedra en Madrid. «Un servicio a España que el PP nunca nos agradecerá», dice, con sorna, uno de los soldados del presidente. La trampa está bien diseñada. Solo falta saber si la ve Junts.
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