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La «Republiqueta» autoritaria (I)
«Felipe González apunta que una amnistía supondría asumir como válidos el “referéndum” del 1-O y las leyes de desconexión»
Felipe González, aunque muchos ya no lo recuerden y entre los más jóvenes haya quien lo ignore, fue presidente del Gobierno (1982-1996) y ahora apunta que los gobernantes parecen decir: «Ya que no somos profundos, seamos oscuros». En un coloquio organizado por la Asociación de Periodistas Europeos, pastoreado con oficio por Miguel Ángel Aguilar, criticó la posible amnistía a Puigdemont y compañía. «Supone pedir perdón a quienes han incumplido las leyes», dijo, «y yo no voy a pedir perdón por defender la Constitución». El socialista histórico, por encima del bien y del mal, que todavía respira política por los poros, advierte sobre las posibles consecuencias de la medida de gracia: «Si hubiera una amnistía, supondría asumir que las leyes de desconexión de Cataluña y el “referéndum” del 1-O serían válidos y que lo ilegal habría sido la actuación del Gobierno central, la instrucción del juez Llarena y el juicio del Tribunal Supremo». No es casualidad que hace unos días, el juez Marchena, que presidió la vista contra los implicados del «procés» ironizara para apuntar que en la amnistía quizá también debería incluirse a él y a sus compañeros de Tribunal. González no duda de ese proceso. «Nunca he visto un juicio con más publicidad». Habla, con retranca, de la «Republiqueta autoritaria» soñada por los líderes indepes. Lo primero, se supone, por sus limitaciones. Lo segundo, y lo detalla, porque querían un sistema en el que ellos mismos nombraban a los jueces y lo decidían todo, mientras llama la atención sobre el hecho de que cuanta menos representación tiene un grupo, más habla en nombre todos los ciudadanos. Apunta, claro, a ERC y Junts, cuarto y quinto partido en votos en las últimas elecciones, aunque no se olvida de dejar una puya a Sumar, «¡31 escaños y 15 partidos!» Le preocupa la convivencia «por la tensión que se induce desde arriba» que, por ahora, no ha descendido desde las élites a la ciudadanía. Perplejo, dice que se le cae la cara de vergüenza cuando escucha decir a dirigentes socialistas que «el PSOE ha impulsado las políticas sociales progresistas gracias a Bildu» y recuerda que en España hay sanidad y educación universales hace decenios. Mientras, Sánchez y Díaz celebran otro acuerdo, quizá poco profundo y oscuro, aunque eso no lo diga González. (Continuará)
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