Y volvieron cantando

El Rubicón vasco

La suma de PNV y Bildu ronda el 70 por ciento del electorado. Ergo, la bomba de relojería existe

Tanto se empeñaron la izquierda –socialistas incluidos– y el PNV en blanquear a Bildu que ahora el monstruo bien alimentado se muestra no solo imparable, sino lo que es más inquietante poco controlable. Un millón ochocientos mil electores viven hoy sábado su jornada de reflexión ante unas elecciones en el País Vasco que, como ocurre con el caso de Cataluña, no solo van a ser claves para el devenir de la ciudadanía de Euskadi, sino para todo el elenco del país, que lleva tal vez demasiado tiempo contemplando hipnotizado como la política nacional depende de los avatares e incluso las miserias del juego político en la periferia soberanista.

No estamos hablando de unas elecciones cualquiera. Con lo que ocurra mañana y con los datos que iremos conociendo pasadas las nueve de la noche, muy probablemente estaremos hablando, no solo de un más que previsible cambio político en la correlación de fuerzas, sino de la confirmación de algo especialmente inquietante que ya lleva años cuajando entre parte de la sociedad vasca, como es el vuelco sociológico que puede acabar blanqueando de manera definitiva y por la vía de las urnas a los herederos políticos del terror etarra, por otra parte ya ampliamente asumidos por las generaciones menores de cuarenta años –así de real y así de triste– como otra consecuencia más de una cada vez más lejana «etapa de convulsiones y enfrentamientos tras la dictadura».

Estamos hablando de la posibilidad de que Bildu apuntale una posición de fuerza en las instituciones vascas que hará mucho más firme su ya de por sí preponderante papel de serpiente enroscada sobre los tobillos del gobierno de la nación. Pero sobre todo estos comicios lo que pueden acabar sentenciando es algo ya vivido en otros muchos territorios del país con la excepción de Cataluña, como es el paulatino camino del partido socialista hacia la irrelevancia primando su condición de cada vez más débil muleta de formaciones soberanistas con tal de apuntalar los apoyos que le permiten a Sánchez continuar en la Moncloa. La demoscopia dice que en el País Vasco el sentimiento independentista ha menguado, pero el dato se convierte en espejismo cuando se comprueba que la suma de PNV y Bildu ronda el 70 por ciento del electorado. Ergo, la bomba de relojería existe. Otra cosa es cuando puede ser activada por quienes no tienen prisa, sencillamente porque no les va nada mal.