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El trípode

Sánchez, ¿EE UU cooperador necesario del «genocidio» de Gaza?

La ofensiva suya contra Israel ha coincidido con la visita por parte del secretario de Estado de EE.UU. Marco Rubio a Jerusalén para expresar personalmente el apoyo estadounidense a Netanyahu

Desde el New York Times al Fígaro parisino, pasando por todo tipo de cadenas televisivas, lo sucedido en la Vuelta Ciclista a España, jaleado y admirado nada menos que por el presidente del Gobierno, ocupa un destacado interés informativo, provocando un grave daño a la reputación internacional de España, en especial en Occidente. «Una imagen vale más que mil palabras», y la televisión ha sido fiel testigo de lo ocurrido este domingo en Madrid para tener formada una opinión personal acerca de esas manifestaciones consideradas tan admirables y pacíficas para Sánchez. Ciertamente, no les faltan razones a quienes consideran que es una estrategia que promueve Sánchez con dos finalidades de exclusivo interés particular suyo. Y que son, por una parte, el desviar la atención de los casos de corrupción judicializados que le rodean personal, familiar y políticamente; y por otra parte, su manifiesta incapacidad de gobernar al carecer de Presupuestos desde hace tres ejercicios y no poder legislar. Lo que ya anunció meses atrás ante su Comité Federal socialista, afirmando que estaba dispuesto a seguir «aunque careciera del apoyo del poder legislativo». Lo que denota cuál es el concepto que posee acerca de una democracia parlamentaria. Vistos los efectos de esa estrategia, quizás haya que aplicarle el aforismo popular de que «es peor el remedio que la enfermedad». Ya que ha coincidido esta ofensiva suya contra Israel con la visita por parte del secretario de Estado de EE.UU. Marco Rubio a Jerusalén para expresar personalmente el apoyo estadounidense a Netanyahu. Con lo que la reiterada acusación de genocida al gobierno israelí implicaría la acusación de «cooperador de genocidio» al mismo Trump, como presidente estadounidense. Lo que da una idea de la absoluta deriva política a la que está llevando el sanchismo a España. Hasta no hace mucho tiempo, el inquilino actual de La Moncloa aspiraba a convertirse en un líder político internacional tras abandonarla. Creía que su dominio del inglés y su política en España le promocionarían algún relevante destino en la ONU, la UE o incluso en la OTAN. Y su condición de secretario general de la Internacional Socialista desde noviembre de 2022, teóricamente iba a ser el trampolín final para alcanzarlo. Aunque su partido insiste en calificarle como el líder mundial de la «socialdemocracia», lo cierto es que cualquier parecido entre él y otros destacados dirigentes de ese espacio político, predecesores suyos, acredita su carencia actual de liderazgo en un mundo occidental que, además, ha girado hacia la derecha al mismo ritmo que él lo ha hecho hacia la izquierda, situándose como socio del comunismo. España se encuentra en una agónica situación que no puede prolongarse.