El buen salvaje
Sánchez y Lorca: carteles electorales para el 27
No es normal que este Gobierno continúe y no lo sería que continuara el partido que lo permite, haciéndose cómplice del desvarío
La manifestación de hoy será la no noticia de mañana, las letras y los sonidos que borrarán lo del pinganillo y el plantón (Olé la presidenta por responder al Aló presidente) para adentrarnos en el bucle melancólico del adiós a Sánchez. Este lunes será, de nuevo, el puto amo. Es pertinente tomar la calle, pero no será efectivo. La frustración se apodera de una parte del tablero, pero el resto sigue jugando con las raras reglas del ajedrez de Alicia. Lo ha dicho el Elegido. No habrá elecciones hasta el 27, a no ser que un traspiés judicial se adelante por la izquierda, o por la derecha, que es lo que buscan los Leires. El jugoso centenario de la generación de Lorca, Cernuda o Aleixandre intentará matrimoniar al electorado con las esencias de la justicia poética, que no puede estar en otro sitio que en el PSOE. Los versos siempre son flechas de veneno progresista, aunque los escribiera Luis Rosales, pues para la zurda revanchista un buen escritor de derechas no sabe que es de izquierdas. Ni Céline.
Hay decenas de razones para exigir la convocatoria de elecciones, pero ha tenido que llegar la «fontanera», la nueva estrella de pelo avinagrado y andar de manzanilla, para que los socialistas se echen las manos a la cabeza, sentir la vergüenza de lo chusco ajeno en carne propia. Como si antes no hubiera pasado nada. Lo de Ábalos, lo del hermanísimo, lo de Begoña, esto en cuanto a desecho de cloaca, y en lo más dañino, la amnistía, el pacto con partidos que exigen una asimetría putrefacta, como la que pintaba Dalí, en fin, todos esos escupitajos a los principios socialistas. Tan chusco como el sainete de Leire es la respuesta del partido, salvemos a Page y Lambán, superhéroes de barrio, comportándose (el resto) como eunucos decadentes con un hilo de voz ante el tío tío. Sucede que ya ven que es hora de hincar el diente, que la presa está aún fuerte, pero herida, vulnerable y peligrosa. Es el manual de la cobardía y del sálvese quien pueda que provocan las chingadas ganas de llorar. Es la ley de los hombres, puesta tantas veces a prueba incluso por aquellos que se atreven a expresar juicios morales al resto de los mortales que vamos cuidando la encía para que no se desbaraten los dientes.
No es normal que este Gobierno continúe y no lo sería que continuara el partido que lo permite, haciéndose cómplice del desvarío, diríase que ha despertado de una resaca y el sol en lo alto del techo le recordara cuan triste es dar un paso más. Lo de hoy tampoco será normal. La oposición haciéndose eco del eco para convencidos. Al menos es domingo.