
Sin Perdón
¿Sánchez y Puigdemont han roto?
Fue solo un pacto de investidura, chapuceramente ejecutado ya que sigue con una orden de detención a sus espaldas
Es una de esas historias donde hay dos versiones más un montón de entregados activistas siguiendo la propaganda oficial. La relación entre el PSOE y Junts nunca llegó a ser, ni siquiera, un matrimonio de conveniencia, que es lo que Sánchez tiene con Sumar, PNV, ERC y los antiguos dirigentes de ETA. Cuando los medios del régimen intentan descalificar al PP por unos posibles pactos con Vox, resulta hilarante teniendo en cuenta las poco recomendables alianzas del inquilino temporal de La Moncloa. Sánchez puede pactar con la antigua ETA mientras Feijóo se tendría que quedar para vestir santos. Mientras el primero cuenta con una disciplinada colección de palmeros mediáticos que están para servir y, sobre todo, enriquecerse, el segundo tiene que conformarse con la voz de una prensa independiente que nunca actuará como si fueran unos perritos falderos. Los dirigentes de Junts llevan semanas insistiendo en la ruptura, pero los sanchistas hacen ver que todo sigue igual. En realidad, parecen personajes sacados, en todos los sentidos, de una novela de pícaros. Las pillanzas de los lobistas, intermediarios y personajes de todo pelaje eclipsarían al «Lazarillo de Tormes». Y eso sin incluir las hazañas sexuales del putero, como le definió Begoña, y sus compinches. Ahora solo ha faltado conocer las prácticas de Salazar, otro hombre de confianza de Sánchez.
Es lógico que, en medio de estos escándalos, Puigdemont no quiera unir su suerte a un Gobierno en descomposición y opte por la ruptura. Fue solo un pacto de investidura, chapuceramente ejecutado ya que sigue con una orden de detención a sus espaldas. ¿Sánchez debería preguntarse quién le ha conducido al desastre? Cualquier jurista mínimamente avezado hubiera redactado una ley de amnistía que cerrara el paso a cualquier interpretación. Es bueno recordar que «más vale una vez colorado que ciento amarillo». Creo que mi perra Lolita hubiera sido capaz de redactar un texto más ordenado y, sobre todo, eficaz. Con enviados como Santos Cerdán era imposible que saliera nada bueno. Sánchez se equivocó menospreciando al «pastelero loco», que es como le llamaban los sanchistas, y ahora sufre las consecuencias. Al final, todo se resume en que no sabía nada y está sorprendido por todo lo que ha sucedido. No importa si estas excusas son verdaderas o falsas, porque demuestran que no controlaba nada.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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