Sin Perdón

Sánchez se vende, pero España no

«Es la España que desprecia e ignora, pero es un grito que se convertirá en el tsunami que lo expulsará del poder»

Sánchez ha vendido su alma, su conciencia y sus principios para comprar la presidencia del Gobierno. No es un caso extraño, porque mucha gente tiene un precio. El suyo es La Moncloa. Era un fervoroso bipartidista, defensor de la unidad de España y feroz enemigo de Puigdemont. Ahora es un digno sucesor de la iniquidad de Carlos IV y Fernando VII. Ha convertido Waterloo en el escenario de unas nuevas abdicaciones de Bayona. Solo falta elegir quién es el moderno Godoy. Aquellos reyes entregaron España a Napoleón y Sánchez lo ha hecho a Puigdemont, porque antes le entregó su parte del botín a Junqueras. El paso previo fue blanquear a los dirigentes del antiguo aparato político y militar de ETA. Y, tras su lamentable abdicación, decidió culminar el vergonzoso proceso actuando con la prodigalidad de Enrique II, conocido como «el de las Mercedes», con la nobleza castellana y protagonizó otra humillante rendición ante Ortuzar. Tenemos que estar agradecidos porque no hay más partidos dispuestos a saquear España. Una vez constatado que Sánchez está en venta, hay que aclararle que España ni lo está ni lo estará.

Este domingo salieron a la calle más de dos millones de personas para gritar contra la amnistía y las cesiones a los enemigos de España. Lo hicieron con un civismo impecable. Es la España que desprecia e ignora, pero es un grito que se convertirá en el tsunami que lo expulsará del poder. Esta semana conseguirá la investidura, pero le espera una legislatura muy dura porque ha mentido para llegar al poder. Millones de españoles seguirán saliendo a la calle para señalarle con el dedo por haber cometido el mayor acto de iniquidad protagonizado por un presidente del Gobierno. Lo es porque ha comprado los votos a costa de la soberanía de los españoles y de dinamitar la separación de poderes. No son la derecha y la ultraderecha las que protestan en las calles, sino una inmensa mayoría social que no quiere la amnistía, la desaparición del Estado en Cataluña, la mesa de las cesiones, los relatores o pagar el festín de los independentistas. Es un rechazo al autoritarismo.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)