Mar en calma
Hasta siempre, Fernando
Cómo cuesta despedirse de Fernando, su risa contagiosa y su forma de mirar el mundo, con curiosidad y entusiasmo
Coincidí con Fernando Sánchez Dragó en varios congresos. La última vez, imposible olvidarla, hace apenas cuatro meses, en la copa navideña de La Razón. Charlamos, nos reímos… nos turnábamos el único taburete que había cerca, pero en ningún momento sentí que lo precisaba por una avanzada edad. Al revés. Pese a sus 86, cifra que proclamaba con orgullo, su energía era joven. Vital. Conquistadora incluso. Hablamos de lo agradecidos que nos sentíamos por el amor que ambos estábamos viviendo. Esas nuevas oportunidades que la vida nos brinda. ¡Cómo le brillaban los ojos gracias a Emma! «He encontrado al amor de mi vida», afirmaba rotundo.
A ella, una joven periodista, antes de conocerle, Fernando le caía mal. Le tocó entrevistarlo cinco años atrás y rompió todos sus esquemas. Comprobó que el concepto que tenía de él no se correspondía para nada con el hombre maravilloso que era y del que se enamoró también profundamente. Ambos comentaron la gran diferencia de edad entre ellos, muchos años, incluso décadas, pero se les veía llenos de amor, de ilusión y de planes.
Hablamos de Soria, allí vive David, mi pareja. Los cuatro confesamos que precisamos cada vez más naturaleza y alejarnos de las multitudes. Quedamos en visitarles este verano en su casa de Castilfrío de la Sierra.
Fernando, escritor, poeta, filósofo, periodista, presentador de televisión, apasionado de la vida, deja una huella imborrable. Siempre didáctico, embelesaba con sus palabras, con su autenticidad, carisma, inteligencia y pasión. En el mundo de la cultura y la literatura será recordado por siempre. Sánchez Dragó deja un gran legado y nos inspira a vivir intensamente.
Cómo cuesta despedirse de Fernando, su risa contagiosa y su forma de mirar el mundo, con curiosidad y entusiasmo. Todo nuestro apoyo a Emma, no imagino el vacío que deja su gran amor, a sus hijos, familiares y amigos.
Descansa en paz, Fernando. Te recordaré siempre con tu sonrisa de pillín y tus ojos de enamorado.
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