Parresía
Todo se está revelando
Habrá que estar atentos mañana sábado, recién regresado del Vaticano, al semblante del presidente del Gobierno, con los recientes informes de la UCO encima de la mesa
Se retira Rafa Nadal y, aunque todos sabíamos que ese día llegaría más pronto que tarde, no queríamos pensarlo. Ya nos ha puesto una fecha y nos ha dado el disgusto… Los afortunados que tenían su entrada comprada hace dos semanas, para la próxima Copa Davis malagueña, serán testigos privilegiados de su última faena tenística. Ha llegado el momento de agradecerle al mejor deportista español de todos los tiempos tantísimos momentos de euforia colectiva y, por supuesto, su actitud en las pistas, peleando con genialidad y perseverancia cada set, cada punto, en nombre de su país.
Los valores que Rafa Nadal ha ido expresando a lo largo de su carrera deberían seguir siendo el ejemplo a imitar de nuestra juventud, aunque ya se nos vaya de la primera línea.
Hemos sabido lo de Nadal al tiempo que se aprobaba por unanimidad, en el Congreso, la ley para mejorar las vidas de los enfermos de ELA. Ha sido el único hecho esperanzador que sale últimamente de ese hemiciclo polarizado y ensuciado con políticos poco ejemplares, que exhiben mentiras y desidia.
Mentiras, sí. El mismo Gobierno que denuncia una máquina del fango mediática es capaz de mentirnos descaradamente en una rueda de prensa, por boca de su portavoz, tras un Consejo de ministros. Sin ir más lejos, véase cómo tergiversó este martes Pilar Alegría el auto de la Audiencia de Madrid sobre el caso Begoña Gómez.
Desidia, sí. La de esos que no leen lo básico, que trabajan lo mínimo, a cambio del dinero público que cobran. Véase la negligencia cometida por esos diputados de la oposición que votaron a favor de una reforma legal que excarcelará bastante antes de lo previsto a los terroristas más sanguinarios de ETA. Aquí es culpable, por supuesto en primer lugar, el Gobierno de Sánchez, que cuela con picardía esa cláusula para pagar favores a Bildu. Pero también deben ser señalados esos otros diputados de PP y VOX, que cometieron la negligencia de no percatarse de semejante argucia. Sus respectivos jefes han decidido pasar página y, precisamente por eso, me enfado. Como ciudadana, no comprendo que –pase lo que pase– nadie dimita en este país. Ni los que causan un daño a la sociedad, ni los que incumplen su función pública.
Está la cosa que arde en Moncloa, en vísperas del 12 de octubre. Habrá que estar atentos mañana sábado, recién regresado del Vaticano, al semblante del presidente del Gobierno, con los recientes informes de la UCO encima de la mesa, que colocan al borde de la imputación a quien fue su mano derecha. José Luis Ábalos le ha dicho a nuestro compañero Raúl Marqueta que está tranquilo, que «todo se está revelando». Me da que pronto descifraremos ese comentario críptico.
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