Aunque moleste

Todo el poder para Bolaños

Con Óscar Puente, Sánchez se garantiza la bronca parlamentaria con el PP para toda la legislatura

No tendrá rango de vicepresidente, pero el auténtico hombre fuerte del nuevo Gobierno Sánchez es Bolaños. Sigue bajo su control el Ministerio de Presidencia, con la fontanería intrínseca de Moncloa, pero además mantiene Relaciones con las Cortes y asume Justicia. O sea, la relación directa con los aliados y con la oposición, por una parte, y la dirección de la política judicial en el momento crucial del cumplimiento de los pactos con Puigdemont, que obligará al Ejecutivo a emplearse a fondo para no extremar al Poder Judicial. Todo el poder político concentrado en Félix Bolaños, con la única pega de que el Ministerio de Justicia suele ser un departamento complicado. No hay ministro del ramo que no salga afectado por el peso excesivo de esa cartera, que tiene siempre en combate a funcionarios judiciales, abogados del Estado, jueces y fiscales. Demasiado arroz para tan poco pollo, dicen en la oposición. No deberían confiarse PP y Vox, porque este ministro ha pasado de ser considerado chico de los recados a brazo ejecutor de Sánchez, modelado a su imagen y semejanza para regatear, negociar y sentenciar. Incluso es el interlocutor habitual del comisario Didier Reynders, correoso comisario europeo al que pretende convencer el Gobierno de que la amnistía no es un ataque al estado de Derecho y cabe en la Constitución.

Tiene este Gabinete un perfil político marcado en las principales carteras, que en lo esencial siguen comandadas por los conocidos de Marlaska, Albares y Robles. La imagen del primero está desgastada, pero Sánchez no se atreve a entregar su cabeza, como reclama no sólo la oposición, sino también buena parte de los aliados. Sólo él sabe por qué. El de Exteriores ejerce con pulcritud el papel de bienmandado, y aguanta lo que le echen. Margarita Robles es fija en su condición de ser la mejor ministra del Ejecutivo, por delante incluso de Planas, titular de Agricultura y hombre con reputada autoridad en el sector. La incorporación del «albañil» Óscar Puente, como le ha bautizado el PP, es una auténtica osadía, de esas que le gustan a Sánchez. Puente va a hacer de Ábalos y de Pepiño Blanco, que también ocuparon su misma cartera, como en los gobiernos de Aznar, Cascos. Perfil perverso con el que el presidente se garantiza la bronca con el PP durante toda la legislatura. Los azules tendrán que encontrar a su propio bulldog para igualar al exaltado pucelano en terquedad.

No es nada presentable que España siga teniendo el Gobierno con más ministros de la UE. Nosotros un total de 22, por sólo 14 Alemania, con casi el doble de habitantes. Cierto que no llegamos a los 40 de Lula en Brasil, pero tenemos Ministerios absurdos, que no merecerían ni el rango de Secretaría de Estado. Claro que hay que contentar a Sumar, a ser posible con Departamentos no muy políticos, no vaya a ser que la líen como en el pasado Montero y Belarra. De los ministros «yolandos» apenas cabe vaticinar complicaciones como las que hubo con Podemos, con la excepción tal vez de Mónica García, de cuyo perfil sectario sabe bastante Ayuso. Por lo demás, Sánchez no se ha atrevido tampoco a quitarse de en medio a Escrivá, pese a su caótica gestión. Como Marlaska, está en prórroga.