Josep Tarradellas (1899-1988), primer presidente de la Generalitat restaurada tras el franquismo, decía que «en política se puede hacer todo, menos el ridículo». Militó en ERC, el partido de Junqueras y Rufián, y es improbable que hubiera caído en la trampa urdida por María Jesús Montero que, sobre todo, dará un impulso al socialista Salvador Illa en la Generalitat, en detrimento de unos y otros «indepes». El PP de Feijóo intenta sortear la celada de la titular de Hacienda –lo que no impide que si llega dinero a sus Comunidades lo acepte– y, para empezar, la dejó ayer plantada en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera en la que el fisco, por principio y por la norma, siempre tiene el 50% de los votos. Solo le hace falta el de una Comunidad para imponer sus tesis, en este caso, la «aberrante», según la mayoría de economistas, quita de deuda que «pagaremos todos», como ha explicado, entre otros Felipe González, que tampoco ve bien que Montero sea juez y parte, es decir, que quien tiene la llave de la caja sea candidata socialista a la presidencia de Andalucía, a quien intenta beneficiar para apuntarse el tanto. Muy burdo.

Václav Havel (1936-2011), el que fuera último presidente de Checoslovaquia y primer presidente de la República Checa, sugería que «cualquiera que se tome demasiado en serio, corre el riesgo de hacer el ridículo». Oriol Junqueras está y estará, cada día más, en una postura incómoda y comprometida. Ha pactado, como gran éxito, una quita de deuda, que no solo es para Cataluña, como le gusta a su clientela «indepe», sino que es algo así como un «café para todos», que también pagarán los catalanes. El economista «indepe» Xavier Sala i Martín, liberal y que llegó a soñar con el premio Nobel de Economía, ha explicado escandalizado en «X» –antiguo Twitter–, cómo con la quita se le perdona la deuda a los responsables de la Generalitat, pero que los catalanes también pagarán el 20% –hay cálculos superiores- de la del resto de Comunidades. Añadía que los líderes de ERC desconocen –por ignorancia económica– el alcance del acuerdo del que presumen, que da munición y dinero a Illa para que se consolide y gane terreno frente a Puigdemont y, sobre todo, a Junqueras, que quizá tampoco recuerde la advertencia sobre el ridículo político de Tarradellas.