Tribuna
Trump no absuelve a los caídos mientras toma medidas a la Casa Blanca
Si la nominación de Kamala Harris no obra el milagro y deviene una espoleta para el partido Demócrata que duda cabe que Trump tiene todos los números para volver a ser el inquilino de la Casa Blanca
A Donald Trump se le está poniendo cara de Presidente. Sigue en sus trece. Como un ciclón. Fiel a su estilo. No da tregua. Ha despedido al maltrecho Joe Biden con una patada en el trasero. No pueden con él ni la judicatura ni sus escándalos que en otros tiempos se hubieran llevado por delante a cualquier candidato. Ni loco alguno, rifle de asalto en mano, que se aposte en una azotea y se permita disparar más de media docena de balas. Uno y otros sólo parecen hacerle cosquillas. Un rasguño en la oreja es lo máximo que debe lamentar.
Sale indemne de todo cuanto percance se le puede presentar en el camino. Incluso parecería que son sus bravatas las que le empujan. O que cada acusación que pesa sobre él o condena tienen como réplica un nuevo impulso. No ya que decir sobre un intento de atentado que pudo acabar con su vida y que resultó un acicate en su carrera presidencial. Es como si el americano medio que le vota reaccionara a su favor y abrazara acríticamente la teoría de la persecución y la consiguiente victimización. O lo jaleara –eso es más razonable- cuando Trump sale invicto de un intento de asesinato en Pensilvania (tierra de Biden) mientras tiene el arrojo de levantar el puño evacuado por un enjambre de agentes del servicio secreto del escenario de intento de magnicidio.
Precisamente fue Pensilvania el estado que certificó el triunfo de Biden frente a Trump en 2020. Ganó Biden por un estrecho margen y Trump no dudó en poner en cuestión el resultado alegando falta de control en el voto por correo. Pensilvania otorga va 20 votos electorales, el quinto estado con más peso junto a Illinois. Los veinte, todos, se los llevó Biden por un puñado de votos. 49,8 Biden por 48,9 por ciento Trump.
La consolidación del liderazgo de Trump va parejo a la aniquilación de la estructura tradicional del partido Republicano. No hay contrapesos. Ni nadie que se atreva a llevarle la contraria. Y los que se la llevan no responden a inquietudes moderadas sino a perfiles más conservadores que creen que Trump no defiende con suficiencia los verdaderos valores conservadores. Está el Gobernador de Florida, un futurible visto que tras el abandono del frágil y desorientado Biden ya es Trump el hombre de edad más avanzada que se presenta a la reelección en Estado Unidos. 78 primaveras suma Trump por 77 que tenía Biden cuando ganó la Presidencia de Estados Unidos en 2020.
Ron DeSantis, el gobernador de la Florida, es uno de los halcones republicanos al acecho. Espera su momento consciente que Trump contaría con 82 años si lograra la Presidencia y finalizar el mandato. No en vano ya quiso sustituir a Trump como candidato republicano. Éste incluso lo llamó despectivamente «mojigato» en su día. Pero incluso ahora cierra filas con Trump consciente que hoy por hoy no es rival para el republicano. El vicepresidente que ha escogido Trump para el tándem electoral es J.D. Vance (Ohio), un converso a las tesis más conservadoras, a las que ha transitado desde un ideario más próximo al Partido Demócrata. Un tipo joven y uno de los más que probables rivales de Ron DeSantis a la sucesión de Trump. Ohio es uno de los estados que han transitado de los demócratas a los republicanos y donde Trump ganó con solvencia en 2020.
Las encuestas además sonríen a Trump frente a la probable candidatura de Kamala Harris, sustituta de Trump. Por lo menos hasta la fecha. Porque si bien es cierto que la diferencia no es abismal (hay partido) es mayor de lo que parece porque Trump ya ganó a Hillary Clinton pese a perder en voto popular. Clinton sumó por aquel entonces 3 millones más de voto popular. PeroTrump se impuso en Pensilvania entonces La misma circunstancia vivió Al Gore (exvicepresidente de Bill Clinton) que perdió las elecciones pese a imponerse en voto popular aunque sólo por medio millón frente a George W. Bush en las elecciones del cambio de milenio.
Que ahora las encuestas sitúen a Trump en primera posición en voto popular aún le da mayor ventaja puesto que de mantenerse la tendencia de 2020 es en los estados con menos votos electorales donde se da por segura su victoria. Si la nominación de Kamala Harris no obra el milagro y deviene una espoleta para el partido Demócrata que duda cabe que Trump tiene todos los números para volver a ser el inquilino de la Casa Blanca y recuperar el control democrático de un Capitolio que en 2020 fue asaltado por sus más aguerridos seguidores.
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