Sin Perdón

Yolanda Díaz y los líderes de los liberados sindicales

«Los sindicatos imponen su ley en materia laboral y a los empresarios les corresponde financiar sus deseos»

No me sorprende que el horizonte laboral que propongan Yolanda Díaz y los líderes de UGT y Comisiones Obreras, sus fieles escuderos, sea ganar buenos sueldos por trabajar cada vez menos. Lo extraño sería lo contrario. A Pepe Álvarez y Unai Sordo les va la demagogia populista y los tópicos decimonónicos. Es el mundo de los liberados sindicales que no se caracterizan, precisamente, por su compromiso con el trabajo. Están instalados en el mejor de los mundos, ya que cobran buenos sueldos y disponen de recursos para dedicarse a la política, tanto de partido como sindical. Hay algunos que han convertido ser liberados sindicales en una profesión. Hace tiempo trabajaron en alguna empresa o en la Administración, pero descubrieron que no hay vida más cómoda que la sindical. Cuentan con la simpatía y el apoyo de los poderosos medios de la izquierda mediática. La UGT es la correa de transmisión del PSOE y CCOO de los comunistas de Sumar. En alguna ocasión, no demasiadas, hacen alguna declaración para que parezca que tienen una cierta autonomía, pero nunca se equivocan a la hora de apoyar al Gobierno de Sánchez. Es lógico, son los suyos. Unos ocupan cargos en el Ejecutivo mientras que los otros viven muy bien como liberados sindicales. Los sindicatos son muy importantes en una democracia, en los regímenes comunistas que tanto gustan a Yolanda y sus amigos solo existe uno.

El problema de los sindicatos en España es su descarada y escandalosa politización. Por supuesto, se aprovechan del PP cuando gobierna hasta que llega el momento propicio para sumarse a los frentes de izquierda. En este caso, tampoco se equivocan con sus afectos. A los dirigentes del PP les ha gustado siempre acudir a los congresos sindicales y otros actos, para que no les llamen derechistas o franquistas. Una vez más se equivocan, porque siempre se lo llamarán, aunque no lo sean. El Estado de Derecho en España vive un acoso brutal por parte de Sánchez y la corrupción en el PSOE no es una invención de la fachosfera, pero UGT y CCOO están, como siempre, para servir al frente de izquierdas. A estos tres mosqueteros del populismo les iría muy bien dejar la vicepresidencia y las secretarías generales de sus sindicatos para conocer la vida real de las empresas. No les iría mal defender a los trabajadores y los funcionarios con propuestas que no se basen en el trabajar poco.

Los políticos de centro derecha son cobardes con los sindicatos, porque tienen miedo a sus medidas de fuerza. No cuesta nada parar una empresa, un sector o la Administración. No tienen más que enviar a los piquetes informativos que tienen una gran capacidad de persuasión. Es difícil encontrar algo más eficaz que el miedo. Estoy totalmente a favor de apoyar a los sindicatos y su papel constitucional es fundamental, pero sus dirigentes son felices vasallos del sanchismo. No quedan líderes de la talla moral y la dignidad política de Nicolás Redondo. La funcionarización de los sindicatos es un desastre. No defiendo que sean débiles, sino todo lo contrario. Por las distintas responsabilidades públicas que he ocupado siempre me he llevado bien con mis interlocutores sindicales. Mis críticas se dirigen a las cúpulas y la instrumentalización política de los sindicatos al servicio de las formaciones socialistas y comunistas.

Yolanda Díaz es tan simpática como comunista radical, aunque repartiendo abrazos a diestro y sinestro. Es cierto que se esfuerza en ser la cara amable del régimen, pero sus enemigos son los empresarios y los populares. Ha utilizado a los primeros mientras que los segundos le derrotan elección tras elección. Ni siquiera consiguió un escaño en Galicia, que es su tierra. Fue una derrota muy humillante, pero no importa porque en España se ha impuesto la doctrina Sánchez por la que nadie dimite. La reducción de la jornada laboral es una medida populista que cuenta con el aplauso de Sordo y Álvarez, los líderes de los liberados sindicales. De lo que se trata es de trabajar menos y vivir mejor pagando los idiotas de los empresarios. No les importan las consecuencias y que la economía española sea cada vez menos competitiva. Al igual que no les importan ni los problemas judiciales de la familia de Sánchez o la corrupción del PSOE, es lógico que prefieran apoyar a los suyos y erigirse en unos modernos tribunos de la plebe, aunque basándose en medidas disparatadas.

Los líderes de los liberados sindicales han amenazado con movilizaciones si el acuerdo que han alcanzado con Díaz no se aplica en su integridad. Por lo visto, tenemos otro sujeto de soberanía que está por encima de las Cortes y que son los sindicatos. En estos momentos podemos identificar al pueblo español, los sindicatos, los independentistas catalanes y vascos y Sánchez. El primero está en minoría. Los sindicatos imponen su ley en materia laboral y a los empresarios les corresponde financiar sus deseos. Los independentistas controlan la agenda parlamentaria mientras que Sánchez es la fuente última del Derecho y lo dirige todo desde el Poder Ejecutivo. Por supuesto, la democracia se respeta en sus aspectos formales, pero el fondo se ignora, ya que todo es un trágala al servicio del sanchismo y sus socios radicales. El horizonte de este acuerdo entre la vicepresidenta Díaz y sus escuderos es tan incierto como improbable su aprobación. No imagino a Junts y el PNV sometiéndose al disparate de las 37 horas y media, porque es un golpe muy duro a la economía real. No la de los liberados sindicales y los políticos profesionales, sino la de la inmensa mayoría de españoles que trabaja para conseguir un futuro mejor.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).