Y volvieron cantando
Yolanda y sus ensaladas
Yolanda como Sánchez puede ser solución, pero también problema
Las escasas semanas que restan de aquí al 28 de mayo, día de la verdad para el poder territorial en España y para algunas cosas más en nuestra política, van a escenificar lo mas parecido a una tregua entre las izquierdas comunistas y populistas, sabedoras de que el poco edificante espectáculo de cuadrigas con cuchillas en las ruedas que nos vienen brindando desde Unidas Podemos y el «sumar» de Yolanda Díaz no ayuda precisamente al mantenimiento en el poder de la izquierda en muchos ayuntamientos y comunidades clave. No habrá por el momento más «ensaladas de hostias» de las que se dolía Pablo Iglesias y Díaz se dedicará a otros platos no menos floreados, como el protagonizado hace una semana junto a Colau en Barcelona. Pero la tregua –lo iremos viendo– es una cosa y escenificar un mínimo atisbo de entendimiento entre las hojas de ruta de la vicepresidenta y de las podemitas Montero y Belarra es otra bien distinta. En la sala de máquinas que aún gestiona desde la entretela Pablo Iglesias existe el total convencimiento de que la estrategia de Díaz pasa por llegar al «día después» de las municipales y autonómicas absolutamente desmarcada de lo que se prevé puede ser el padre de todos los descalabros en la formación morada, que podría incluso quedar fuera de parlamentos autonómicos como el de Madrid facilitando con ello la mayoría absoluta de Díaz Ayuso y dentro de una debacle general por lo largo y ancho de la geografía nacional. Es ese escenario el que desde la recién botada nave de Sumar se maneja como no precisamente nefasto en términos estratégicos, teniendo en cuenta que la negociación con vistas a un entendimiento ante la cita definitiva con las urnas de diciembre siempre será mucho más ventajosa para la lideresa gallega obsesionada por el blanco incólume teniendo enfrente al todavía partido de Iglesias hecho unos auténticos zorros.
Esa es también la cuenta –veremos si de la lechera– que se echa desde la guardia pretoriana de Sánchez en la Moncloa, sabedores de que, igual que en las pasadas elecciones generales la derecha pagó con creces el presentarse dividida en tres bloques, en estas de fin de año la historia podría repetirse en el caso de las izquierdas descartándose cualquier posibilidad de una suma que reedite el bloque Frankenstein. Yolanda como Sánchez puede ser solución, pero también problema.
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