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Antonio Gómez Cantero, un obispo ‘desatanudos’ para pastorear la diócesis de Almería

Roma cambia de destino al prelado de Teruel y Albarracín nombrándole coadjutor para gestionar la cuentas maltrechas del obispado andaluz

El obispo Antonio Gómez Cantero
El obispo Antonio Gómez CanteroLa RazónLa Razón

Relevo en la Iglesia en Almería. Lento, pero sin pausa. El hasta ahora obispo de Teruel, Antonio Gómez Cantero, ha sido nombrado obispo coadjutor de Almeria, donde actualmente pastorea Adolfo González Montes. Coadjutor, sí. La Santa Sede echa mano de una figura poco habitual para ejecutar la transición en la diócesis andaluza. Según el derecho canónico, Gómez Cantero pasará inmediatamente a ser el obispo diocesano cuando a González Montes le toque presentar la preceptiva renuncia al cumplir los 75 años, esto es, el próximo 13 de noviembre.

Pero, ¿qué suele haber detrás de este tipo de designaciones? Puede ocurrir que el pastor que va a jubilarse -sea anticipado por enfermedad o simplemente por edad- tenga tan claro el nombre de quien tiene que tomar las riendas de la diócesis, que lo quiere dejar amarrado. Para ello, tiene que contar con el beneplácito vaticano para que el correspondiente traspaso de poderes se haga de una manera sosegada y tranquila.

En otros casos, se trata, no tanto de una petición del obispo, como de una necesidad de intervenir la diócesis por alguna cuestión de emergencia o por la complejidad de la realidad local que hace que se necesite la aportación de otro prelado con experiencia o destrezas para afrontar algún que otro nudo que cuesta desatar. En sacristías varias de nuestro país, se viene hablando desde hace tiempo de la delicada situación económica que atraviesa la diócesis de Almería. La preocupación por las cuentas no solo habrían llegado a la sede de la Conferencia Episcopal Española en la calle Añastro, sino a Roma. Desde el Vaticano se venía buscando una vía para que el relevo se hiciera de una manera sosegada. Para ello, urgía buscar a un hombre con capacidad de gestión y de gobierno y, a la par, mano izquierda. Que pusiera la economía en orden, pero sin aspavientos, capaz de reconstruir las finanzas …

Entre los candidatos se cruza el nombre de Antonio Gómez Cantero. El porque de su elección se explica desde su impecable labor como vicario general de Palencia, donde tuvo que pastorear la diócesis desde un segundo plano, con discreción a la hora de tomar decisiones y, a la vez, haciéndose compañero de camino de curas, religiosos y feligreses. El reconocimiento a su saber hacer le valió una mitra a la diócesis icono de la España vaciada: Teruel y Albarracín.

Y allí, lejos de ejercer a golpe de báculo, decidió compartirlo con unos y otros. No para diluir su responsabilidad como prelado, sino para aterrizar el vocablo que Francisco está inoculando, como quien no quiere la cosa: la sinodalidad. En estos cuatro años, ha ejercido, no solo de pastor de los católicos, sino de todos sus vecinos. Así lo refleja el propio Gómez Cantero en la carta que dirige a los turolenses para darles cuenta de su relevo. En ella, no solo da las gracias a los sacerdotes, religiosos y cristianos comprometidos en las parroquias, sino también a los que se ha topado en “el bar del primer café mañanero, la librería, la frutería, la carnicería, el kiosco, el restaurante donde llevo a comer a mis invitados, la peluquería, la tienda de recuerdos y las personas que los habitan, así como todas aquellas con las que me encuentro habitualmente en la calle y paro a charlar y, sin pretenderlo, me abren los ojos a la realidad y me descubren nuevas perspectivas”.

Así, convertido en agente social -y cultural- de revitalización de una región envejecida, ha buscado sumar con autoridades públicas, animando a un clero con unas cuantas canas,

apoyándose en los consagrados y confiando en los católicos. Hasta tal punto que en noviembre estrenaba un nuevo organigrama diocesano, en el que tres de los cuatro coordinadores principales son laicos, una revolución en lo que a la Iglesia se refiere, en línea con la desclerizalización que reclama y proclama el Papa argentino.

Con esta siembra de cuatro años que no ha dado tiempo prácticamente a cosechar, Gómez Cantero hace las maletas para el Sur, donde le espera un terreno algo más árido, tanto por la difícil realidad migratoria con la que se va a topar, como por el papel de apagafuegos que de alguna manera va a tener que asumir en lo que a la hucha episcopal se refiere.