Prelados

El primer cardenal afroamericano de la historia, el acicate católico de Trump

El arzobispo de Washington exige responsabilidades al presidente saliente por el asalto al Capitolio

Cardenal Wilton D. Gregory
Cardenal Wilton D. GregoryMark WilsonGetty Images

Vive a pocos metros de la Casa Blanca, pero su distancia con Trump es un abismo. Desde que fuera nombrado arzobispo de Washington por el Papa en abril de 2019, Wilton Gregory se ha convertido en uno de los principales acicates del presidente norteamericano saliente.

Así lo puso de manifiesto tras el asalto en el Capitolio. A través de un comunicado, no dudó en exigir responsabilidades al líder republicando por auspiciar el ataque popular al Congreso norteamericano. “Quienes recurren a una retórica incendiaria deben aceptar cierta responsabilidad por incitar a la creciente violencia en nuestra nación”, aseguró en la misiva que rubricó a las pocas horas de la crisis institucional vivida en la nación más poderosa del planeta. Sus palabras fueron mucho más allá de la declaración institucional publicada por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, que se limitó a condenar la violencia y hacer un llamamiento a la concordia.

“Nuestro Capitolio es un terreno sagrado y un lugar donde personas durante los últimos siglos se han manifestado con razón, representando una amplia variedad de opiniones”, llega a asegurar Gregory que no dudó en afirmar que “los estadounidenses debemos honrar el lugar donde se debaten y deciden las leyes y políticas de nuestra nación”. “Deberíamos sentirnos violados cuando el legado de libertad consagrado en el Capitolio es atacado y profanado”, apostilló en una nueva alusión a los trumpistas.

Consciente de que los católicos norteamericanos se han dividido ante la polarización reinante en el país -así lo atestiguan todos los sondeos-, hace un llamamiento a los creyentes a “reconocer la dignidad humana de aquellos con quienes no estamos de acuerdo y tratar de trabajar con ellos para garantizar el bien común para todos”.

Gregory se ha convertido en uno de los hombres del Papa Francisco en Estados Unidos. No solo por confiarle la archidiócesis de Washington hace dos años, marcada por el escándalo de abusos más convulso en la historia reciente de la Iglesia: el caso McCarrick. No en vano, Theodore McCarrick fue el primer expulsado del Colegio Cardenalicio de la historia por pederastia y su sucesor, Donald Wuerl, denuncio cuatro años antes de su jubilación acusado de encubrimiento. Ahora, al frente de este arzobispado está un hombre al que Francisco convirtió en noviembre en el primer cardenal afroamericano de la historia.

Sin embargo, su enfrentamiento de Trump ya era visible antes de que el Papa argentino le ‘ascendiera’ con birreta púrpura. En junio, durante la campaña electoral, no dudó en tachar de “desconcertante y censurable” que el candidato republicano, de confesión presbiteriana, se presentara en el santuario Juan Pablo II de Washington con el fin de arrancar algún que otro voto católico. Incluso llegó a decir que presentarse en el templo era una “atroz manipulación que viola nuestros principios religiosos”.