Deportes

El deporte, una vía para alcanzar la santidad

«Dar lo mejor de uno mismo», el primer documento del Vaticano sobre la práctica deportiva, condena la presencia de ultras en los torneos

Varios jugadores de los Harlem Globetrotters, con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro
Varios jugadores de los Harlem Globetrotters, con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedrolarazon

«Dar lo mejor de uno mismo», el primer documento del Vaticano sobre la práctica deportiva, condena la presencia de ultras en los torneos.

El Vaticano es consciente de que el deporte sigue siendo un reclamo para millones de personas en todo el mundo. Reconoce y alaba sus virtudes, pero también advierte de algunos peligros en los que pueden caer deportistas y aficionados. Para dar una visión cristiana del mismo, la Santa Sede presentó ayer el primer documento que analiza en profundidad los orígenes del deporte, sus principales desafíos y el papel que la Iglesia juega en él.

El texto lleva por título «Dar lo mejor de uno mismo» y ha sido elaborado por la sección de Deporte del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida de la Santa Sede. El Papa Francisco envió un mensaje en el que aseguró que «es también una llamada a la santidad», así como «una riquísima fuente de valores y virtudes que nos ayudan a mejorar como personas».

El responsable de la Oficina de Iglesia y Deporte de este dicasterio, Santiago Pérez de Camino, explicó a LA RAZÓN que «el documento intenta resumir la visión de la Iglesia sobre el deporte». «La Santa Sede no busca un deporte cristiano sino una visión cristiana del mismo, cómo el cristiano puede aportar cosas al deporte para hacer una sociedad más justa». Pérez de Camino explicó que en el documento «primero se habla de sus virtudes y, como dice el Papa, de cómo es un modo de santificación, pero a su vez se tratan algunas situaciones que son un peligro porque lo desnaturalizan». Entre las advertencias que hace el Vaticano se encuentra la del dinero fácil que pueden generar los deportistas y el propio juego deportivo, pero también el de reducir el cuerpo humano «al estatus del objeto» al ser utilizado «como una simple máquina». «Cuando los jóvenes se forman de esta manera –se puede leer– corren el riesgo de vender su propia afectividad, lo que compromete su capacidad del sentido de intimidad» y «tiene un impacto negativo en su habilidad para establecer una relación íntima física y emocional, que es uno de los dones y gracias de la vida matrimonial».

Por otro lado, el Vaticano denuncia que «los padres, los entrenadores y las sociedades a menudo fabrican atletas para garantizar el éxito y satisfacer esperanzas de medallas, récords, lucrativos contratos publicitarios y riqueza». «Es posible ver este tipo de aberraciones en la alta competición de deportes infantiles», y «no se pueden justificar éticamente aquellos deportes que inevitablemente causan daños serios en el cuerpo humano», añade el texto.

También se profundiza en el fenómeno del dopaje y lamenta que aún hoy lo practican muchos atletas. En opinión del Vaticano, no se soluciona «con apelar solamente a la moral o la ética de los atletas», sino que es «responsabilidad de las organizaciones internacionales crear reglas y condiciones básicas a nivel institucional que respalden y recompensen a los atletas individualmente por su responsabilidad y reduzcan cualquier incentivo para recurrir al dopaje».

El último de los peligros es el que involucra directamente a los espectadores y aficionados, quienes a veces «desprecian a los oponentes o los árbitros». «Este comportamiento puede deteriorarse y transformarse en violencia, ya sea vocalmente o físicamente», asegura la Santa Sede.