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«Europa es la siguiente»

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«Europa es la siguiente»larazon

El que hasta hace unos meses era un grupo rebelde más de los muchos que luchan en Siria, se ha convertido en una poderosa organización y un gran reto para toda la comunidad internacional: el auge de Estado Islámico (EI), desde que estableciera su «califato» en Irak y en Siria en verano, sigue sorprendiendo y planteando muchos interrogantes sobre cómo ha sido posible y hasta dónde podrá llegar.

«El régimen (del presidente Bachar al Asad) permitió que Estado Islámico se hiciera fuerte en Siria porque era un instrumento en contra de la oposición más moderada (principalmente el Ejército Libre Sirio). De hecho, el EI se ha enfrentado más con las otras facciones rebeldes seculares que con las fuerzas del régimen, y el Ejército de Asad sólo empezó a atacar a EI recientemente», explica a LA RAZÓN Lina Khatib, directora del Centro Carnegie para Oriente Medio.

La fortaleza de la organización se explica sobre todo por su riqueza, además de otros factores sobre el terreno, como el apoyo por parte de la población y tribus locales. «Estado Islámico no depende de financiación externa, es totalmente independiente porque controla territorios muy ricos en recursos naturales», asegura Khatib. Tanto en Siria como en Irak, EI ha conseguido ocupar instalaciones petrolíferas y vende el crudo en el mercado negro, lo cual le generaría unos ingresos de aproximadamente un millón de dólares al día, de acuerdo con las últimas estimaciones.

Asimismo, el hecho de que Estado Islámico se haya establecido como una entidad territorial y no sólo como un grupo terrorista, hace que sea más sólido: el EI tiene su base en un amplio territorio, parte del cual está bajo su control absoluto, como la provincia de Raqa, en el norte de Siria, donde está experiementando una forma de administración basada en la ley islámica más fundamentalista. «Su organización es muy centralizada y localizada, al igual que su estrategia militar, que también se centra en un territorio específico», puntualiza Khatib. A diferencia de, por ejemplo, la red terrorista Al Qaeda, el EI no opera en otras áreas fuera del «califato», sino que aspira a expandir sus dominios y consolidar su poder sobre el terreno. Más allá de sus fronteras (en Egipto, Libia, Argelia, etc.) han surgido grupos que han declarado su fidelidad al califa Abu Bakr Al Bagdadi, pero éstos aún no se encuentran integrados en la estructura jerárquica del grupo –cuya rigidez es otro de los puntos fuertes de EI–, según apuntan los analistas especializados.

El Estado Islámico también es poderoso desde el punto de vista militar, más cercano a un Ejército que a un grupo insurgente: dispone de armamento pesado y de vehículos militares, y sus tácticas han demostrado ser muy efectivas. Asimismo, dispone de muchos hombres y parece que su capacidad de reclutamiento no tiene límites: miles de combatientes se han unido y siguen uniéndose cada día a las filas del EI, tanto locales como extranjeros, por dinero o por motivos ideológicos. Ha atraído a jóvenes de todo el mundo, seduciendo a cientos de occidentales, que han viajado a Siria para sumarse a la «yihad» o guerra santa, y esto ha sido posible gracias a la propaganda y el uso que el grupo hace de las redes sociales e internet.

El único periodista occidental que ha estado con los yihadistas, el alemán de 74 años, Juergen Todenhoefer, entrevistó a un alemán en Mosul y fue advertido sobre Europa y EE UU. «¿Así que también quieren ir a Europa?», le preguntó Todenhoefer. «No, conquistaremos Europa algún día», le rectificó el joven yihadista. «No es cuestión de si conquistaremos Europa, sólo es cuestión de cuándo ocurrirá. Pero eso es seguro... Para nosotros no existen las fronteras. Sólo son frentes de batalla». En la entrevista difundida por CNN, el yihadista occidental continúa: «Nuestra expansión será perpetua... Los europeos necesitan saber que llegaremos y no será de forma amable. Llegaremos con nuestras armas. Quienes no se conviertan al islam o paguen el impuesto islámico, morirán». «¿Qué hay de los 150 millones de chiíes, qué pasará si se niegan a convertirse?», preguntó Todenhoefer. «Sean 150 millones, 200 millones o 500 millones, no nos importa», indicó el miliciano. «Los mataremos a todos».

El EI ha acaparado la atención de gobiernos y ciudadanos de todo el mundo, desatando indignación e incredulidad, con sus métodos brutales: desde la esclavización de mujeres y niñas, hasta el degollamiento de periodistas occidentales, pasando por el secuestro, la tortura y otras vejaciones de sus enemigos. «Esta violencia extrema se ha convertido en la marca del EI: el grupo se distingue por sus métodos, que son un importante instrumento de propaganda», explica Khatib. De esta forma, «EI no sólo demuestra su poderío, sino que somete e impone su autoridad a través del miedo y el terror», añade la investigadora. En su opinión, hasta el momento no existe un «desafío serio» frente a Estado Islámico, y la coalición internacional liderada por EE UU –que desde agosto bombardea objetivos del EI en Irak y en Siria– no será suficiente para acabar con un grupo que es, al mismo tiempo, un Estado y una fuerza militar, y encarna una ideología con cada vez más adeptos.