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Jerusalén

Más blindados que con Obama

La Razón
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Jerusalén se preparó durante semanas para recibir al Papa. Hace ya días que las calles por las que pasaría con su comitiva; están adornadas con grandes banderas del Vaticano, colgadas en postes, junto a banderas de Israel. Ayer, el operativo «Sotana Blanca II» avanzó un paso más, al tomar posiciones 8.500 policías que participan en el enorme despliegue de seguridad. Supera, dicen algunas fuentes, inclusive al llevado a cabo durante la visita de Barack Obama. La cordialidad del Sumo Pontífice y su insistencia en no viajar en automóviles blindados aumentan el dolor de cabeza de la Policía israelí. Uno de los puntos más criticados durante los preparativos, en boca de cristianos locales, era la poca posibilidad –casi nula–que habría para acercarse al Papa. «Nos dijeron que no habría ni gatos en las calles», dijo Wadie Abu Nassar, árabe cristiano, ciudadano israelí, que ayuda a la Iglesia católica en las comunicaciones. En realidad, las calles estaban ayer bastante tranquilas, ya que los habitantes de Jerusalén, temerosos de quedar bloqueados por cruces cerrados, se abstuvieron de salir a menos que fuera imprescindible. Era notorio por la zona de la Ciudad Vieja, a la que el Papa llegó cerca de las seis de la tarde. Sin embargo, fieles cristianos de paseo en Israel e incluso israelíes judíos trataban de hallar la forma de ver al Papa a su paso, al menos de lejos.

«Tiene una personalidad especial, me cae muy bien», decía Francis, una turista judía norteamericana, al pasar la puerta de Jaffa. «Es un Papa humanista, que además tiene muy buena relación con los judíos, y eso muestra que es abierto y tiene buen corazón». Otros , como Louis, un judío observante ultraortodoxo, le deseaba «buena visita» al Papa, pero se preguntaba si el cambio en la actitud de la Iglesia ante el pueblo judío «es auténtico o de la boca para afuera». Quienes no tenían ayer duda alguna sobre lo singular del día eran los niños que lo esperaban con banderas de Israel y el Vaticano, en el helipuerto del Monte Scopus donde aterrizó. Son alumnos de una escuela de la capital, en la que estudian juntos niños judíos, cristianos y musulmanes, todos ciudadanos israelíes. Otro símbolo de la posibilidad de convivencia en paz, en la que el Papa insiste.