Santoral
¿Qué santo se celebra hoy, 10 de octubre? Todo lo que debes saber del santoral de hoy
Cada día del calendario litúrgico está vinculado a uno o varios santos, que son recordados por los fieles
El santoral católico es una lista de santos y beatos que la Iglesia católica conmemora oficialmente en diferentes fechas a lo largo del año. Cada día del calendario litúrgico está vinculado a uno o varios santos, que son recordados en las misas y en las oraciones de los fieles. La tradición de celebrar la vida de los santos se remonta a los primeros siglos del cristianismo, cuando se comenzaron a venerar a los mártires y otros personajes considerados ejemplares por su vida y su testimonio de fe.
En el santoral de hoy, 10 de octubre, se conmemoran a varios santos y santas que han dejado una huella en la historia de la cristiandad, entre los que podemos destacar a San Cerbonio de Populonia, San Claro de Nantes, Santo Tomás de Villanueva, San Gereón y compañeros, San Juan de Bridlington, San Paulino de Rochester, San Pinito de Cnosos, Santa Tanca de Ramerude, Santa Telquilde de Jouarre, Beata Ángela María Truszkowska, Beato Daniel Comboni, Beato Eduardo Detkens y Beato León Wetmanski. Todos ellos demostraron que siempre podemos encontrar la fuerza para mantenernos fieles a nuestros principios, aun frente a la persecución y la adversidad, como hicieron ellos. Desde el periódico LA RAZÓN destacamos a Santo Eulapio y Santa Eulapia de Nicomedia.
¿Quiénes fueron Eulampio y Santa Eulampia?
San Eulampio y Santa Eulampia son dos hermanos originarios de Nicomedia, una antigua ciudad de la provincia romana de Bitinia, en lo que hoy es Turquía. Fueron martirizados alrededor del año 310 d.C., durante el reinado de Diocleciano.
San Eulampio era un joven cristiano que huyó de la ciudad durante la persecución y se refugió en una cueva en las afueras de la ciudad de Nicomedia. Varios cristianos también se escondían allí y sus compañeros le enviaron a Nicomedia en busca de alimentos. Eulampio se detuvo en una calle para leer el edicto de persecución contra los cristianos; cuando un soldado lo vio y llamó la atención de los demás por su presencia, él comenzó a correr. Naturalmente, su actitud despertó sospechas y Eulampio fue perseguido, capturado y llevado ante el juez.
El magistrado reprendió a los guardias por haber capturado al joven y, ordenando que le soltaran las manos, comenzó a interrogarlo. Después de enterarse del nombre y la profesión de Eulampio, le ordenó que ofreciera sacrificios a alguno de los dioses. El joven se negó a hacerlo, argumentando que eran solo ídolos de barro. Enfurecido, el magistrado ordenó que fuera azotado. Como Eulampio se mantuvo firme, ordenó que fuera atado y arrastrado por un potro. Su hermana Eulampia corrió a su encuentro para abrazarlo y consolarlo, y también fue detenida y encarcelada. Ambos fueron sometidos a diversas formas de tortura, pero salieron ilesos.
Según la tradición, al verlos salir indemnes de un baño de aceite hirviendo, cerca de doscientos soldados que presenciaron el hecho se convirtieron a la fe cristiana, quienes también fueron martirizados.
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