Cáncer de próstata

Alfredo Rodríguez Antolín, Jefe de Urología del 12 de Octubre: “El 90% de los cánceres de próstata se diagnostican en un estadio curable”

“Es el paciente quien debe elegir el nivel de toxicidad al que exponerse. Nada es gratuito”

Alfredo Rodríguez Antolin, Jefe de Urología del 12 de octubre.
Alfredo Rodríguez Antolin, Jefe de Urología del 12 de octubre.La RazónLa Razón

El jefe de servicio de Urología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, desde su propia experiencia y gran trayectoria como urólogo, reconoce que pese a que el cáncer de próstata se cobra la vida de 6.000 hombres al año en España, los avances en el diagnóstico precoz y en los tratamientos han permitido controlar la enfermedad en 9 de cada 10 pacientes y mejorar tanto su calidad de vida como la función sexual en aquellos que han requerido cirugías.

–¿Qué incidencia tiene el cáncer de próstata y cuál es el perfil del paciente?

–Es el segundo con mayor incidencia en varones en los países occidentales, y, en algunos países, incluso el primero. En España se detectan unos 35.000 nuevos casos al año. Hay que recordar que hoy día se diagnostican un número similar (o algo superior) de nuevos cánceres de próstata en el varón que de mama en la mujer. Aunque este tumor tiene un pronóstico generalmente bueno, lo cierto es que supone la segunda causa de mortalidad en varones por detrás del cáncer pulmón. Provoca una media de 6.000 muertes al año. En nuestro país, 9 de cada 10 cánceres de próstata se diagnostican en un estadio localizado y potencialmente curable, y solo el 5% o el 6% en fase metastásica. Son datos muy buenos, superponibles a los de cualquier potencia sanitaria mundial.

–¿Cómo se ha conseguido?

–Ha sido crucial el test sanguíneo para medir los valores de PSA (antígeno prostático específico). Eso aparece en la década de los 80 y supuso una revolución en el diagnóstico. El PSA es un marcador tumoral no específico de cáncer, ya que lo produce la célula prostática benigna y maligna, pero unos niveles elevados de PSA en sangre pueden alentar al urólogo de la sospecha de un cáncer subyacente. Debe ir unido inexorablemente a la realización de un tacto rectal. Son dos tests sencillos, baratos y que proporcionan información de utilidad.

–¿Cómo ha evolucionado el diagnóstico?

–Antes de los 80 se diagnosticaba fundamentalmente a través del tacto rectal y si se notaba anomalía sospechosa se realizaba una biopsia, que se hacía a ciegas. En aquella época, cuando se hallaba alteración en el tacto rectal, con frecuencia el cáncer estaba extendido. No había diagnóstico precoz como ahora. Es un cáncer que no suele dar la cara. Si aparecen síntomas normalmente está más extendido de lo deseable. Es muy silente, por eso los urólogos insistimos en estas dos pruebas básicas: PSA y tacto rectal.

–¿Cuál es la recomendación actual?

–A todo varón por encima de los 50 años que quiera conocer el estado de su próstata se le debería ofrece una prueba PSA y un tacto rectal. Los urólogos recomendamos adelantar la edad a los 45 años si hay antecedentes familiares con cáncer de próstata y también para los hombres de raza afroamericana, porque se ha comprobado que en ellos es más agresivo de lo normal.

–¿Qué calidad de vida le espera al paciente con cáncer de próstata?

–Nosotros les decimos que los tratamientos que les ofrecemos, ya sea cirugía, braquiterapia o radioterapia, tienen unas probabilidades de control de la enfermedad similares. Con la información que le proporcionamos el paciente debe elegir la modalidad de tratamiento donde la toxicidad de cada alternativa pasa a ser preponderante en la decisión. Ninguna terapia es gratuita en este sentido. Y es el paciente el que debe elegir el nivel de toxicidad al que exponerse, nada es gratuito. La cirugía tiene como efecto secundario, fundamentalmente, la pérdida o disminución de la función eréctil y, en el algunos casos, la incontinencia urinaria durante los primeros meses. La braquiterapia (inserción de semillas de iodo 125 o iridio 192) y la radioterapia externa pueden ser más benévolas en lo referente a las alteraciones sexuales (al menos, los primeros años), pero pueden acarrear toxicidad tardía con el paso del tiempo y provocar otro tipo de alteraciones en los órganos vecinos, como el recto o la vejiga.

–La principal consecuencia, sobre todo de la cirugía, es la pérdida de la función eréctil. ¿Hay soluciones?

–Tengo que decir que la técnica quirúrgica ha evolucionado mucho y permite preservar mejor los nervios responsables de la erección. Además, posteriormente, el paciente entra en terapias de rehabilitación sexual, con su tratamiento oral y tópico, a veces inyectado. Hay alternativas para mejorar la función sexual y, en último caso, para pacientes jóvenes, está la posibilidad de la prótesis. Las soluciones son amplias.

–¿Cuáles son los principales avances en los tratamientos?

–Los más importantes se están dando en la fase en la que la enfermedad se hace metastásica y cuando el paciente desarrolla resistencia a los tratamientos hormonales. En la última década han aparecido fármacos orales, hormonales de segunda generación que han demostrado aumentar la supervivencia de los pacientes y mejorar la calidad de vida.