Altas temperaturas
Crean una pulsera que ayuda a prevenir los golpes de calor y alerta cuándo se desarrollan síntomas
La empresa explica que su efectividad se debe, en gran parte, a que mide la temperatura corporal en vez de la ambiental
El cambio climático es, posiblemente, el principal responsable de la subida de temperaturas a un nivel extremo, lo que provoca la mayor aparición de olas de calor. Este verano, España ha registrado temperaturas muy elevadas, desde antes incluso de que llegara julio, así como cifras récords. Uno de los consecuencias con más riesgo es el aumento de sufrir trastornos conocidos como golpes de calor, que están provocando varias muertes.
El año pasado, ya se registraron 58 accidentes laborales por calor e insolación, y solo uno acabó en muerte (un trabajador de Sevilla). Un número que se ha superado este año. En base a esto, Grupo ASPY ha desarrollado la pulsera “Control de Golpes de Calor”, que ayuda a detectar la temperatura corporal, siendo capaz de medirla de forma continua, y proteger a las personas en cualquier situación de riesgo.
ASPY es uno de los principales operadores nacionales en Prevención de Riesgos, salud laboral y cumplimiento normativo. Con más de 200 puntos de servicio en toda España, garantiza a sus clientes una atención especializada y un completo asesoramiento técnico y sanitario.
“Esta pulsera puede usarla cualquier persona, aunque desde Grupo ASPY recomendamos su uso a trabajadores especialmente expuestos a altas temperaturas y que corren un mayor riesgo de sufrir una hipertermia”, explica Pau Calvet, director de Innovación y Desarrollo de Negocio en de Grupo ASPY.
El funcionamiento de la pulsera es muy sencillo: se coloca en la muñeca y se activa mediante el único botón lateral del que dispone. La pulsera mide de forma constante el calor y activa una alerta en caso de riesgo por golpe de calor según la temperatura del cuerpo. La pulsera ser puede adquirir desde la tienda online de la empresa.
Golpes de calor, altas temperaturas y baja laboral
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales no hace una mención específica al calor, aunque en su artículo 14, sí deja reflejado que “el empresario deberá garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo”.
La normativa, además, detalla la temperatura máxima o mínima a la que un trabajador puede desarrollar sus funciones en espacios interiores. Esta sería, en relación con un Real Decreto específico para las condiciones de los lugares de trabajo, entre 17 y 27 grados en oficinas en las que no se realicen esfuerzos físicos, y en lugares donde se produzcan trabajos ligeros, entre 14 y 25 grados.
Las altas temperaturas aumentan las probabilidades de accidentes laborales, ya que disminuyen la comodidad y la concentración del trabajador. También les hace más irritables y reduce su rendimiento físico y mental, con consecuencias que pueden ir desde calambres, deshidratación, síncope o agotamiento hasta erupciones cutáneas o agravar enfermedades previas. Incluso, en los casos más extremos, la muerte. Una situación conocida como “estrés térmico”.
“A pesar de los programas de prevención, los efectos de las olas de calor siguen aumentando debido a la dificultad de detectar la hipertermia por uno mismo y porque la mayoría de acciones preventivas se centran en las condiciones termohigrométricas del ambiente laboral y en el tipo de tareas a realizar, pero no en las condiciones físicas del trabajador en un momento dado”, asegura Calvet.
Los trabajadores, por tanto, tienen derecho a dejar su puesto si hay calor extremo, aunque al igual que el resto de bajas, para tramitarla, se debe acudir a un médico que evalúe las circunstancias, y que sea el sanitario el que lo considere.
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