Salud
La terapia génica amplía su eficacia a nuevas enfermedades
El esfuerzo de más de 50 años de investigación comienza a dar frutos, especialmente para mejorar la calidad de vida de pacientes con enfermedades raras
El cuerpo humano cuenta con unos 20.000 genes codificantes, una fascinante arquitectura en la que cada elemento es esencial para su buen funcionamiento, ya que produce las proteínas que necesitamos para las diferentes funciones vitales. Pero, en ocasiones, uno de estos genes no funciona bien, no está presente, cambia o muta, causando diferentes enfermedades.
Desde hace más de medio siglo se han intentado diferentes abordajes para modificar estos genes deteriorados. Así, se curarían muchas de estas patologías que, en su inmensa mayoría, son las denominadas raras y que están causadas por el mal funcionamiento de un único gen.
«La terapia génica es la estrategia terapéutica más sencilla en estos casos, porque son enfermedades causadas por un gen que no funciona en determinadas células y que se corrigen introduciendo el gen que falta o que no actúa bien. Ahora, los pacientes tienen una posibilidad de ser tratados, con un número significativo de medicamentos aprobados y muchos en camino», explica Juan Bueren, uno de los mayores expertos en este campo y director de la Unidad de Innovación Biomédica del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y coordinador de la unidad mixta de terapias avanzadas de la Fundación CiematMAT/ISS-Jiménez Díaz.
Pero, ¿cómo se introduce el gen correcto en el cuerpo? Para lograrlo, se utilizan virus (denominados vectores) que se han alterado para que no produzcan enfermedad. «El desarrollo de los vectores de segunda generación ha resuelto la inmensa mayoría de los problemas de seguridad que teníamos y se ha demostrado que la terapia génica es segura, con resultados incuestionables de eficacia terapéutica», destaca Bueren. De hecho, los resultados a más largo plazo se remontan a 20 años, con una terapia génica para la inmunodeficiencia de la adenosina desaminasa, con una eficacia mantenida en estas dos décadas.
Las enfermedades de la sangre han visto un gran cambio en su manejo gracias a la terapia génica, especialmente algunas inmunodeficiencias –como los «niños burbuja»– o enfermedades raras que estudia Bueren, como la anemia de Fanconi, la deficiencia de adhesión leucocitaria del tipo I y la deficiencia piruvato quinasa eritrocitaria. «Con estas tres enfermedades, iniciamos los estudios preclínicos en nuestro laboratorio y los hemos licenciado a una empresa farmacéutica llamada Rocket Pharma. Confío en que, cuando se acaben los ensayos clínicos, se pueda comercializar», anuncia el experto.
También en el ámbito de las enfermedades de la sangre hay una terapia génica ya aprobada en hemofilia A, que logra reparar el gen defectuoso y producir la proteína deficitaria. «No se llega a una curación completa, pero los pacientes reducen drásticamente los sangrados espontáneos y dejan de necesitar el tratamiento para su profilaxis, lo que mejora su calidad de vida al no precisar pincharse. Ya se está evaluando otra terapia génica para hemofilia B y, probablemente, en 2023 contaremos con ella», anuncia el doctor Víctor Jiménez Yuste, jefe del servicio de Hematología del Hospital La Paz de Madrid y vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Hematología y Hemostasia (SEHH).
En su opinión, la gran cantidad de ensayos clínicos en marcha «van a lograr la mejora de diferentes enfermedades y, probablemente, podamos encontrar al final el modelo ideal para curarlas. En la actualidad, las terapias génicas para hemofilia A y B pueden funcionar durante unos 10-15 años y estamos en el inicio para que se pueda mantener la producción de por vida. La terapia génica es una realidad y, seguramente, la curación de la hemofilia está a la vuelta de la esquina».
Los avances también son una realidad en algunas enfermedades neurodegenerativas, como la distrofia muscular de Duchenne o la atrofia medular espinal, que cuenta con una terapia génica aprobada desde hace 11 meses. Como explica Bueren, «también hay tratamientos en enfermedad neuromusculares, hepáticas… Y comienza a considerarse en otras patologías, como el cáncer, modificando las células del sistema inmune y dirigirlas directamente y de manera específica contra la célula tumoral, en una técnica llamada CAR-T».
Contra el cáncer
Otro abordaje prometedor en cáncer es el Crispr. Como explica la doctora Mónica Granja, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga en el Hospital Clínico de Madrid, mediante esta técnica se reemplazan fragmentos de ADN del paciente, logrando eliminar las células tumorales.
Algunas enfermedades oculares también se están beneficiando de este abordaje: el pasado mes de enero, el Hospital 12 de Octubre de Madrid administró la primera terapia génica aprobada en España para tratar distrofias de retina. En Sevilla, el Hospital Virgen del Rocío va a comenzar –junto a otros 150 centros– un estudio internacional para probar una terapia génica en degeneración macular asociada a la edad (DMAE), un tipo de ceguera que afecta a unas 700.000 personas en España.
La situación también es muy prometedora en la neuropatía óptica hereditaria de Leber (LHON por sus siglas en inglés), una enfermedad neuro-oftalmológica que causa ceguera en adultos jóvenes. La doctora Lorena Castillo, del Instituto Catalán de la Retina y del Hospital Sant Pau de Barcelona, destaca que la terapia génica «está llamando a la puerta y esperamos contar con ella próximamente: pese a que no es una terapia curativa, los ensayos han demostrado mejoras significativas en el 75% de los pacientes, que recuperan hasta tres líneas de visión. Este incremento tiene un gran impacto en su calidad de vida, pudiendo volver a hacer muchas actividades de la vida diaria».
Cada vez en más pacientes
«En este momento, la terapia génica se aplica a un número muy pequeño de pacientes con enfermedades raras. Y, progresivamente, vamos a ver cómo aumenta el número de medicamentos para estas patologías y esto va a suponer que algunas enfermedades que no tenían cura van a contar con una terapia eficaz. En algunos casos, en los que existían otros tratamientos, como el trasplante de médula ósea, contaremos con una alternativa, con una eficacia comparable o superior y con mucha menos toxicidad», vaticina Bueren.
La importancia de evitar la desinformación
La gestión de las expectativas de los pacientes es uno de los grandes retos en este campo. Nuria Mir, directora de la Unidad de enfermedades raras de Pfizer, recalca que resulta fundamental «fomentar el conocimiento y la información contrastada y veraz en relación con las terapias génicas, así como evitar la desinformación. Las asociaciones de pacientes y los médicos tienen un papel clave en este proceso». El laboratorio, que está desarrollando varias de estas terapias, anunció recientemente que su planta biotecnológica en San Sebastián de los Reyes, en la provincia de Madrid, será el centro donde se realizará el acondicionamiento final y distribución de todas sus terapias génicas a Europa, América Latina y Canadá.
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