Salud mental

Abordaje de la depresión desde atención primaria

El médico de familia es el primer profesional que puede detectar los problemas de salud mental

Chico con depresión
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Apatía, tristeza, decaimiento... Estos sentimientos resultan cada vez más habituales entre la población y comienzan a aparecer a edades más tempranas. Pero no por ser frecuentes resultan baladí. Todo lo contrario, pues se trata de las primeras pistas que dejan entrever la existencia de un problema de salud mental que puede desencadenar en una enfermedad tan grave como la depresión.

Las cifras no dejan lugar a dudas, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 450 millones de personas en todo el mundo tienen algún problema relacionado con su salud mental. Según datos del Ministerio de Sanidad, el problema de salud mental más frecuentemente registrado en las historias clínicas de atención primaria es el trastorno de ansiedad, que afecta al 6,7% de población con tarjeta sanitaria, mientras que el depresivo aparece en el 4,1% de la población y se va incrementando con la edad.

En este tablero de juego, la atención primaria cumple un papel fundamental, pues es la puerta de entrada de la mayoría de los pacientes al sistema sanitario. «Se estima que una de cada cuatro personas que entran en una consulta de medicina general tiene problemas de salud mental», asegura el doctor Antonio Torres Villamor, médico de atención primaria y responsable del Grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Tal y como detalla el doctor Torres Villamor, «los tres principales campos de salud mental que se demandan en atención primaria son la depresión, la ansiedad y el insomnio. En ocasiones los tres están presentes en el mismo paciente, aunque lo más frecuente es que vayan apareciendo de forma escalonada y que nos sirvan para anticiparnos a lo que está por llegar».

Problemas para conciliar el sueño, sensación de nerviosismo, taquicardias, cansancio, escaso interés por el día a día... Son algunas de las señales, junto a la expresión corporal, que le sirven al médico de familia para detectar a tiempo que algo no va bien en su paciente. «Nuestro principal trabajo es la detección temprana y, en el caso de la salud mental, resulta fundamental establecer un vínculo de confianza con el afectado, pues él mismo puede llegar a demandar esa ayuda. Y si no lo reconoce, los test de diagnóstico pueden ayudarnos a confirmarlo. En cualquier caso, siempre hay que distinguir entre una situación vital compleja que implique tristeza o nerviosismo de un problema patológico más grave. Un diagnóstico certero resulta clave», advierte el especialista.

Una vez detectados los primeros síntomas de la depresión, «debemos dar una atención directa y pensar en una solución rápido que permita a esa persona tener un estado vital aceptable lo antes posible. No hay que dar por buenas ciertas situaciones, ya que corremos el riesgo de que el problema se agrave y se cronifique, aunque siempre hay que hacer entender al paciente que hay circunstancias vitales que implican sufrimiento», aconseja el especialista.

Por ello, «una vez puesta en marcha la terapia, después de hacer un seguimiento adecuado en la consulta, debemos sopesar, si lo precisa, la necesidad de hacer un acompañamiento y gestionar una cita en otros niveles asistenciales más especializados para que reciba terapia psicológica o la valoración de un psiquiatra. En todo este proceso, es el médico de familia quien hace el seguimiento evolutivo para ajustar, mejorar o atender las necesidades de esa persona. Además, siempre investigamos el riesgo suicida del paciente, porque vemos que es un problema que va en aumento y sabemos que si se detecta a tiempo es evitable, por lo que todos los compañeros de atención primaria lo tenemos muy presente», confiesa el doctor Torres Villamor. Por todo ello, el especialista hace hincapié en que «los profesionales de la atención primaria están preparados para atender la salud mental de sus pacientes, pero nos enfrentamos al inconveniente de que, para hacerlo adecuadamente, necesitaríamos mucho más tiempo del que disponemos para cada uno de ellos. El conocimiento y la disposición las tenemos, pero el tiempo es nuestro escollo».

Enfrentarse a una recaída

El abordaje de la salud mental suele ser un proceso largo. De hecho, cuando la situación parece estar controlada es habitual que aparezcan las recaídas. «Es uno de los principales enemigos de la salud mental y vemos porcentajes de recidivas muy altos porque el paciente abandona el tratamiento antes de tiempo o sin el acompañamiento profesional adecuado. Casi el 40% de las personas con depresión sufre un agravamiento entre los cinco y los ocho años posteriores al abandono inadecuado del tratamiento, lo que aumenta el riesgo de que el problema se cronifique y se haga más grave», avisa Torres Villamor. Por ello, el especialista incide en la necesidad de que los médicos de familia realicen un seguimiento a largo plazo de la salud mental de sus pacientes, tanto de aquellos que ya han presentado algún problema como de los que no. «Debemos perder el miedo a hablar sobre salud mental, porque sin ella, no podremos tener una buena salud global», asegura.

Acabar con la losa del estigma

El miedo a reconocer que se pasa por un bache emocional es un factor habitual. «Se habla mucho de ansiedad y de depresión, pero todavía hay pacientes que sienten vergüenza a reconocer esa situación porque hay un gran estigma sobre la salud mental. Debemos derribar esos mitos para que sea posible abordar el problema a tiempo y, por tanto, solucionarlo con mayor eficacia, ya que los tratamientos y la terapia son más útiles cuando se emplean en las primeras etapas», asegura el doctor Torres Villamor. Por suerte, entre los jóvenes cada vez es más habitual hablar de ello, aunque el especialista alerta de que «se han disparado los problemas de salud mental entre los adolescentes».